Las historias centradas en librerías, editores o letra-heridos tienen un poder entre evocador y nostálgico que resulta irresistible para aquellos que amamos la literatura. Son historias que confortan y en las que encontramos un refugio seguro, donde nos reconocemos en sus protagonistas y en la devoción por las páginas impresas. Son, en la mayoría de los casos, homenajes a oficios que tienen mucho de romántico y aventurero, y a ellos nos entregamos con regocijo y reconocimiento.
Existe una larga tradición de este tipo de textos (casi un género en sí mismo) y los ejemplos son muchos y muy destacados. Por citar sólo algunos, la novela epistolar 84, Charing Cross Road (1970), de Helene Hanff, la historia del excéntrico librero Mendel, el de los libros (1929), de Stefan Zweig, la intimista Hôzuki, la librería de Mitsuko (2015), de Aki Shimazaki, la historia de corte clásico La librería (1978), de Penélope Fitzgerald, El librero de Kabul (2002), de Asne Seierstad, La librería ambulante (1917) de Chistopher Morley, Mi maravillosa librería (2014), de Petra Hartlieb, algunos de los relatos del precioso volumen de Ali Smith La historia universal (2003) o La buena novela (2009), de Laurence Cossé. Y nos dejamos sin duda muchos títulos.
A esta lista se une un título en el que el amor por las librerías y las editoriales, además de por la ciudad en la que se encuentra la librería de su protagonista, es uno de sus rasgos distintivos. Se trata de Nuestras riquezas. Una librería en Argel (Nos richesses, 2017), de la escritora argelina Kaouther Adimi (1986), publicado por Libros del Asteroide con traducción de Manuel Arranz Lázaro.
Nuestras riquezas: una historia de amor por el mundo de las librerías y los libros
Nuestras riquezas. Una librería en Argel, novela galardonada con los premios Renaudot des Lycéens 2017 y Prix du Style 2017, y finalista de los premios Goncourt 2017 y Médicis 2017, es uno de esos libros que consigue que te quedes prendada por la historia de un lugar, y por el empuje y el ímpetu de su protagonista. El de Nuestras riquezas no es otro que Edmond Charlot (1915-2005), un argelino que en 1935 fundó el que sería uno de los puntos de encuentro referente para la intelectualidad de su país: la librería Las Verdaderas riquezas (Les vraies richesses), nombre que tomó de una obra del escritor francés Jean Giono (1895-1970). Las Verdaderas riquezas funcionó como un importante polo cultural de la ciudad, atrayendo a escritores y poetas y publicando a través de su editorial las primeras obras de autores como Albert Camus, Max-Pol Fouchet o Jules Roy .
La propuesta de Kaouther Adimi es particularmente interesante ya que construye su novela como un homenaje y reivindicación de las librerías, entendidas éstas como epicentro cultural e identidad de ciudades.
Mezcla de ficción y realidad, y compuesta por dos líneas temporales distintas, la novela de Adimi nos narra, por un lado, la aventura personal y profesional de Edmond Charlot, su compromiso con la calidad y la libertad, su lucha por mantener a flote su empresa (su sueño) durante épocas históricas convulsas, sus innovaciones editoriales, su amor por los libros y, en definitiva, su pasión por la cultura. Por otro lado, la escritora argelina decide imaginar que la librería, que actualmente sigue abierta, ha sido vendida por el estado a manos privadas, y que un joven universitario argelino afincado en París, Ryad, que en absoluto está interesado en la literatura, acude por encargo al local para vaciarlo y pintarlo para que pueda ser convertido en una buñuelería. El resultado es una novela pequeña y admirable, en la que el lector recorre un pedazo de la historia de Argel y conoce algunos personajes inolvidables vinculados de distintas maneras con la azarosa vida de la librería.
La figura de Edmond Charlot, en contraposición a la apática y ficticia de Ryad, es arrolladora y magnética, y Kaouther Adimi consigue transmitir con un estilo preciso y de aparente sencillez, sustentado en el recurso de los diarios, toda la pasión de un hombre que, a pesar de las adversidades, utilizó su editorial y su librería como bandera de progreso y resistencia. Y, sobre todo, comunica, a través de sus palabras, un profundo amor hacia los libros que arrastra de igual manera al lector.
En apenas doscientas páginas la escritora argelina realiza un tratado sobre el oficio del editor y librero, y sumerge al lector en una historia conmovedora y hermosa sobre un mundo y un pasado que quizá ya no volverá. Recomendable y necesaria para todo aquel que ame el mundo de los libros.
Kaouther Adimi, Nuestras riquezas. Una librería en Argel (traducción de Manuel Arranz Lázaro), Barcelona, Libros del Asteroide, 192 páginas.
Imagen de cubierta: Daily Herald Archive / National Museum of Science & Media / Science & Society Picture Library. La imagen de Kaouther Adimi está tomada de la web de Libros del Asteroide.