La atractiva Léa de Lonval, antaño cortesana y ahora respetable mujer madura cercana a la cincuentena, ha dedicado los últimos seis años de su vida a la educación amorosa de Fred Peloux, un joven caprichoso e inmaduro, al que llaman Chéri, hijo de una amiga y, a la vez, contrincante. Ambos viven una discreta relación amorosa marcada por la pasión y la indulgencia en la que la diferencia de edad no supone ninguna barrera. Pero un día ese equilibrio se rompe cuando Chéri confiesa a Léa que va a casarse por conveniencia con una insulsa joven de su edad, hecho que marca el fin de su relación. Pero el paso a la nueva etapa no será como imaginaron: ninguno de los dos había previsto lo profundo de su relación y los sinsabores que les supondrá renunciar el uno al otro.
Con esta historia ambientada en la alta sociedad francesa de principios del siglo XX la escritora Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954) construye en Chéri (1920) un retrato irónico y sutil sobre los juegos de seducción y las servidumbres de las convenciones sociales.
Dando la vuelta al tradicional juego de seducción entre un hombre experimentado y maduro y una joven virginal, del que puede ser ejemplo la novela de Pierre Choderlos de Lacros, Las amistades peligrosas (Les Liaisons dangereuses, 1782), Colette construye en esta novela, considerada una de las más representativas de la autora francesa, una reflexión sobre la pasión y sobre el amor, considerado éstos como un acuerdo entre dos personas que lo interpretan y lo viven al margen de lo que desde fuera se quiera imponer.
No es Chéri en absoluto una historia superficial sobre los amoríos de dos burgueses caprichosos. La narración que hábilmente construye Colette ahonda en varios temas que la convierten en una novela que se disfruta en diversas capas. Cierto es que la elegante y sutil narración de los amores, desamores y juegos de seducción entre Léa y Chéri se lee como una crónica de los salones parisinos de principios de siglo XX, pero también ofrece otras miradas que son de enorme frescura y vigencia.
Así, una de ellas, quizá la más amarga, es el tema del paso del tiempo, encarnado en el complejo y delicioso personaje de Léa de Lonval, que Colette retrata como un proceso inmisericorde que se ceba especialmente con las mujeres. En este sentido, a los amantes protagonistas no les importa la diferencia de edad, pero Léa percibe con amargura cómo a ella le supone un peaje a ojos de la sociedad y, lo que es más doloroso, en parte, a los de su amante.
También aborda Colette la tristeza ante el fin del amor como un proceso enormemente doloroso en el que las dos partes rememoran instantes pasados y desean haber podido mantener ese universo construido. El personaje de Léa es, de los dos protagonistas, el que percibe con amarga serenidad la agonía de la separación, mientras que el personaje de Chéri la vive como una angustiada y contradictoria experiencia. El amor que han experimentado Léa y Chéri ha sido despreocupado, sin ataduras, caracterizado por el disfrute, una relación, en definitiva, que funcionaba bien para ellos y que no requería «dar un paso más» para «consolidarla». Una relación que, con el paso del tiempo, ambos perciben con claridad que les hacía enormemente felices.
En torno a su historia de amor gira además el tema de la hipocresía y de las apariencias, que tan bien ejemplifica la sociedad francesa a la que Colette pertenecía. Como hiciera Edith Wharton con el consejo que le diera Henry James, Colette escribía sobre lo que mejor conocía, y en las páginas de Chéri podemos casi tocar la suntuosidad de los salones de la alta burguesía francesa, y palpar sus inteligentes y llenas de dobles sentidos conversaciones. Una sociedad hipócrita que se rige por las normas más convencionales que la propia Colette quiso dinamitar desde dentro, ejemplificado en personajes finamente trazados como la madre de Chéri, Charlotte, o Edmèe, su insulsa y sufridora esposa.
Chéri es una novela en apariencia liviana y sencilla, pero, bajo sus diálogos afilados y los elegantes ropajes de sus decorados, es una hermosa historia de amor y una habilidosa novela de personajes. Una de las más relevantes de su autora, Colette, y sin duda también de las de principios del siglo XX.
Colette, Chéri (traducción de Núria Petit), Barcelona, Acantilado, 2018, 152 páginas.
Imagen de portada: La gula (1924), de George Barbier.