Maggie O’Farrell (1972) es una mujer de pelo rojo llameante, gesto inteligente y ojos profundamente azules. Transmite determinación y fuerza, y, al mismo tiempo, una cierta vulnerabilidad. Los personajes de su novela La primera mano que sostuvo la mía (The Hand That First Held Mine, 2010), Lexie y Elina, separadas por una generación pero conectadas sin saberlo, tienen algo de ella. Además están marcadas, como O’Farrell, por la experiencia de la maternidad, que la escritora norirlandesa aborda desde un punto de vista autobiográfico en uno de los episodios de una de sus obras más recientes, Sigo aquí (I Am, I Am, I Am, 2017).
La primera mano que sostuvo la mía es una novela de personajes que aborda distintos aspectos de la naturaleza humana, como las relaciones de pareja, la familia como institución, el miedo ante lo desconocido o la experiencia de la maternidad, mostrando personajes de carne y hueso ensamblados en una historia narrada con pulso y un estilo sencillo y elegante.
Mujeres, amor y maternidad en La primera mano que sostuvo la mía
Galardonada con el premio Costa Novel Award en 2010, La primera mano que sostuvo la mía se construye mediante dos líneas temporales distintas. En la primera se encuentra la joven Lexie Sinclair, que en los años cincuenta decide dejar su hogar en Devon y probar fortuna en Londres, donde vivirá con el que será mentor y amor de su vida, Innes Kent. En un ambiente bohemio y libre, Lexie construirá su propia identidad, desarrollará una exitosa carrera como periodista y se enfrentará a la maternidad como madre soltera con valentía y determinación. En una segunda línea temporal, la joven artista Ilina acaba de ser madre y la experiencia del parto y postparto está siendo brutal para ella. Cansancio, olvidos y una sensación de irrealidad la han convertido en alguien en quien no se reconoce. Poco a poco aprenderá a moverse en su nuevo papel de madre e irá afrontando su nueva condición con desconcierto y estupor. Ambas líneas se irán alternando durante la novela, en un proceso lineal y paralelo que mostrará puntos en común inesperados para el lector.
Con estos dos grandes personajes, en torno a los cuales giran un puñado de secundarios atractivos, Maggie O’Farrell construye dos mujeres con precisión y riqueza de matices, consiguiendo dos interesantes modelos de mujer. Este es quizá uno de los principales valores de este libro, sus personajes y los azares vitales a los que se enfrentan. Están bien construidos, tienen un arco de evolución interesante y sus historias enganchan. Quizá el personaje de Lexie es más atractivo que el de Ilina, pero ambas ofrecen interesantes prismas de lo que significa ser mujer, especialmente artista o intelectual y madre. Tan sólo en la recta final de la historia, cuando las piezas sueltas empiezan a encajar ante el lector y las líneas temporales demuestran estar conectadas de alguna manera, la novela se resiente levemente.
A pesar de ello, La primera mano que sostuvo la mía es una novela cuyos personajes y estructura consiguen trazar una historia sencilla pero efectiva que engancha. Una sorpresa que se lee en un suspiro.
Maggie O’Farrell, La primera mano que sostuvo la mía (traducción de Concha Cardeñoso), Barcelona, Libros del Asteroide, 2018, 340 páginas.
Imagen de portada de la edición de Libros del Asteroide: Neil Webb. La imagen de Maggie O’Farrell está tomada de Pages of Hackney.