La dificultad de hacerse adulto. La búsqueda del propio destino. La lucha entre los deseos y anhelos y la desilusión ante la realidad cotidiana. Todas esas emociones y sentimientos rodean y confunden al joven Keitaro, el protagonista de Más allá del equinoccio de primavera, novela en la que su autor, Natsume Sōseki (pseudónimo de Natsume Kinnosuke, 1867-1916), ahonda en algunos de los temas constantes en su obra narrativa: la identidad del individuo y sus relaciones con el mundo y su familia.
Publicada por entregas en el diario Asahi en 1912 y recuperada recientemente en nuestra lengua por la editorial Impedimenta con traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés, Más allá del equinoccio de primavera se sitúa entre las novelas de madurez del escritor japonés: Las hierbas del camino, El caminante, La puerta o Kokoro, considerada como su obra maestra. Su título, de rotunda sonoridad y aparente trascendencia, era para Natsume Soseki insustancial. El origen de Más allá del equinoccio de primavera (Higan Sugi Made) llega en la festividad de Nochebuena, fecha en la que el escritor comenzó su redacción, con el objetivo de finalizarla en el equinoccio de primavera.
El placer de narrar: una historia con muchas historias
Más allá del equinoccio de primavera narra la historia de Keitaro, un universitario que, al finalizar sus estudios, se da de bruces con una frustrante realidad: pese a su formación, no es capaz de encontrar un trabajo que le permita vivir por sus propios medios. Ejemplo del «típico antihéroe sosekiano«, Keitaro inicia la búsqueda de empleo al tiempo que conoce las historias de todo tipo de personas de su entorno, a cada cual más particular y excéntrica.
De este modo, Más allá del equinoccio de primavera trasciende la vida y anhelos de su protagonista, Keitaro, para construir un fresco de personajes representativos del Japón Meiji del primer cuarto del siglo XX, contado a través de la mirada (y oídos) de su protagonista. Así, Keitaro escucha (y comparte con los lectores a través de su monólogo) las vidas de varias personas que se cruzan en su destino con el deseo de que algo, por pequeño que sea, rompa la rutina de su vida y le lleve a una realidad mucho más estimulante.
En esa búsqueda conoce las historias de Morimoto, un misterioso hombre de treinta años que habita en una casa de huéspedes, de oficio difícil de explicar, pero aventurero al fin y al cabo, un personaje de aura romántica que despierta en Keitaro la curiosidad por escuchar sus muchas anécdotas personales. También conocemos la vida de Sunaga, un amigo en problemas, ejemplo de conservadurismo fruto de una vida desahogada, a través del cual Keitaro toma contacto con dos hombres que despiertan su curiosidad: los tíos de Sunaga,Taguchi y Matsumoto, cada cual con una idiosincracia particular y totalmente antagónicos. La última historia que cierra el círculo de personajes de Más allá del equinoccio de primavera es la de la joven Chiyoko, la prima de Sunaga, que parece ser el origen de muchos de sus desgracias.
Más allá del equinoccio de primavera es una novela que, si bien no tiene la potencia y densidad narrativa de obras como Kokoro, La puerta o El caminante, o el encanto y frescura de novelas de juventud como Botcham o Daisuke, muestra un ejemplo del antihéroe sosekiano, así como sus preocupaciones por reflejar la sociedad de su época, las tribulaciones de los individuos de la era Meiji y cuestiones que palpitan de manera constante en su narrativa como las relaciones personales.
Natsume Sōseki, Más allá del equinoccio de primavera (traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés), Madrid, Impedimenta, 2018, 326 páginas.
Imagen de portada: Village of Plums (1951), de Toshi Yoshida.