‘El minero’, de Natsume Soseki

Quien quiera aproximarse a la novela El minero (Kofu, 1908) pensando que en ella encontrará un alegato naturalista que denuncia las duras condiciones de los mineros japoneses de principios de siglo XX en pleno impulso de la industrialización de la era Meiji, se llevará una decepción al empezar a leer sus páginas.

La (incorrecta) interpretación de la obra en clave de este género ha provocado aproximaciones sesgadas y la circunstancia de que sea una de las menos conocidas o populares del escritor Natsume Sōseki (1867-1916) entre el público occidental, cuando en realidad es un ejemplo de la preocupación del autor por el análisis de la conciencia de sus personajes y por la introspección. A esto se suma que los estudiosos de la obra de Natsume Sōseki consideran El minero como la puerta a su madurez narrativa.

Origen y significado de El minero

Según señala Michiyo Kawano en el postfacio a la edición de Impedimenta, editorial que ha publicado por primera vez esta obra en español, la génesis de El minero se detalla en el texto «La intención de El minero y la relación entre el naturalismo y la novela legendaria» que publicó la revista Bunsho Sekai (El mundo de las frases). Según se dice, un joven contactó con el escritor japonés con la intención de narrarle su vida para que pudiera usar su historia como material para sus novelas. Pese a que Natsume Sōseki no gustaba de escribir sobre detalles íntimos y personales, finalmente decidió crear la obra y publicarla en más de 90 entregas en una revista.

La historia está desarrollada en forma de monólogo, en el que el narrador protagonista mantiene un punto de vista objetivo y matiza la intensidad de la parte más emotiva. Un joven tokiota de buena familia, universitario y sin ningún tipo de experiencia profesional, decide huir de su entorno por un conflicto amoroso que no se llega a explicar del todo. En las montañas, un viejo le propone trabajar en una mina con la promesa de ganar dinero. La desesperada sistuación del joven, así como su deseo de escapar de sus demonios, le impulsarán a aceptar la propuesta y esconderse en las profundidades de la mina.

Uno de los objetivos de Natsume Sōseki en El minero es, entre otros, arrastrar al lector a profundizar en la perspectiva psicológica, alejándose del Naturalismo a pesar de servirse de la experiencia personal. Es, por tanto, un ejemplo de esa «literatura del yo» que se extendió en las primeras décadas del siglo XX. Como comenta Michiyo Kawano, «Soseki escribió en una época en que la mina del monte Ashio, el modelo en el que se fijó, daba aún mucho que hablar a causa de los problemas medioambientales que generaba. Quizá pensó que un enfoque naturalista de la historia cambiaría el punto de vista de los ciudadanos sobre el tema, aunque al final optó por adoptar un tono más social y terminó por escribir una obra en la que el tema es la transformación de la conciencia del narrador, con el trasfondo realista de la vida en una mina, un entorno donde no ocurre nada especial

La visión de las condiciones de los mineros que el escritor japonés retrata en su novela es pesimista y permite que el protagonista vaya recorriendo el camino de la introspección personal desde el desamparo y desarraigo hasta la oscuridad de las profundidades de la mina para, finalmente, emerger de ella con una nueva perspectiva sobre sí mismo y sobre lo que deberá ser en adelante su vida.

Esa visión pesimista se focaliza sobre la colectividad de los mineros, en contraposición a la individualidad del personaje protagonista. Esa mira es dura con los propios mineros, evitando dulcificar cualquier aspecto de sus existencias. Esto se observa en las palabras del personaje de Yasu, un atípico minero que quita la venda de los ojos del protagonista y le impulsa a tomar una nueva conciencia sobre la decisión que quiere tomar: «Aún eres muy joven. Demasiado como para ser arrojado a este agujero. Esto es un vertedero de deshechos humanos. Un cementerio de vivos. Una trampa mortal. Una vez aquí, por mucha dignidad que tengas, ya no serás capaz de salir.» O también en las reflexiones del narrador protagonista, para los que la colectividad de los mineros no le suscita más que horror y desapego:»Había llegado a la conclusión de que todos y cada uno de los diez mil mineros que allí había eran monstruos, animales sin la más mínima traza de inteligencia o humanidad.»

El minero es, en definitiva, una curiosa obra-puente entre el primer periodo literario de Natsume Sōseki y su etapa de madurez. Una novela breve que resulta en ocasiones ligera y en otras densa, con momentos irregulares pero representativa de lo que el maestro consiguió transmitir en otras novelas posteriores de mayor calado psicológico como El caminante, Kokoro o Las hierbas del camino.

Ficha bibliográfica
Natsume Sōseki, El minero (traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés, postfacio de Michiyo Kawano), Madrid, Impedimenta, 2016, 187 páginas.

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