Junichiro Tanizaki (1886-1965) es considerado por el crítico y escritor estadounidense Donald Keen como el mejor novelista moderno de Japón. Tanizaki es, en efecto, uno de los colosos de la literatura nipona, autor de una enorme producción de hipnóticos y fascinantes relatos y novelas de brillante factura. Una obra orgánica, en definitiva, en continuo movimiento, ya que el escritor japonés experimentó con gran versatilidad de estilos y variedad de temas, que confluyen en un interés por indagar en los motivos que mueven la psique humana.
El conjunto de su obra ha sido dividida por parte de la crítica en tres periodos bien definidos: unos primeros años caracterizados por la fascinación hacia la cultura occidental, que Tanizaki abandonará en una segunda etapa para abrazar valores más tradicionales (representada por una novela «bisagra», Naomi), y una tercera época que engloba tramas marcadas por un erotismo refinado y decadente. Ejemplo de la primera etapa, que los estudiosos de la obra de Tanizaki agrupan entre 1910 y 1926, son los relatos incluidos en la recopilación Siete cuentos japoneses, publicada por la editorial Atalanta con traducción de Ryukichi Terao, una excelente oportunidad para asomarse al particular universo literario de Junichiro Tanizaki y disfrutar de su particular manera de concebir temas como el amor, la belleza femenina o la modernidad versus la tradición.
Los relatos de este volumen se caracterizan, de alguna manera, por una escritura desbordada y barroca, al tiempo que ofrecen temas y miradas que se convertirán en recurrentes a lo largo de toda la producción literaria de Junichiro Tanizaki. Quizá uno de los más característicos es, como apunta en el prólogo de la edición de Atalanta el estudioso Ednodio Quintero, «el tema de la belleza femenina, unido a las preocupaciones éticas y a una suerte de tragedia personal en la cual el elemento masculino se convierte en víctima«. También encontramos en estos relatos las «obsesiones eróticas destructivas, la búsqueda de la belleza en el cuerpo de la mujer y el continuo contraste entre la tradición y la modernidad, en un país permeable y al mismo tiempo reacio a los cambios«, que marcarán la obra de Tanizaki hasta el final de sus días.
Un recorrido por los temas y géneros de Siete cuentos japoneses
La variedad de enfoques y temáticas que caracterizan estos siete ejemplos de la narrativa corta del escritor japonés nos ofrecen un recorrido por distintos géneros.
El relato que da inicio a la recopilación de Atalanta, por ejemplo, muestra un «retablo del Japón de los albores del siglo pasado» y bucea en la psique de su protagonista, Sanpei, «El bufón» («Hôkkan», 1911) que da título al relato. La técnica narrativa al inicio de este relato es bastante interesante por su modernidad, con un sugerente «travelling» a través de la ciudad hasta el barrio de Kokotoi, en el lector pasea con su mirada por sus calles, río y finalmente descubre las pantomimas del bufón Sanpei. A partir de entonces el relato abandona el plano físico de la ciudad para adentrarse en la historia personal del bufón, un antiguo corredor de bolsa amante de hacer reír en las fiestas y que, tras un revés profesional, decide dedicarse profesionalmente a divertir a los demás.
Por su parte, el segundo relato de la antología vira hacia una curiosa historia que ejemplifica la fascinación de Junichiro Tanizaki por Occidente, «El espía alemán» («Dokutan», 1915), en la que ya se vislumbra su propia experiencia de «encantamiento» con Occidente, ya que su protagonista siente que para ser artista deberá relacionarse con la cultura occidental.
«Las dos novicios» («Futari no chigo», 1918), es, por el contrario, una historia muy distinta a las anteriores, llena de espiritualidad, que contrasta con los temas mundanos que suelen ser habituales en la narrativa de Tanizaki. Dos novicios de elevado origen viven recluidos en un monasterio mientras se preparan para recibir los votos monacales. Su desconocimiento de la mujer es el motor que motiva que decidan tomar la decisión de saber más sobre este ser con el que apenas han tenido contacto (el recuerdo de su madre es bastante vago) y tomar caminos diferentes. En ambos casos llegan a esa iluminación que tanto ansían.
«En el camino» («Tojo», 1919), por su parte, es otro buen ejemplo de la variedad de formatos con los que Tanizaki gustaba experimentar. En este caso, «En el camino» es un relato de género policial que nos permite ver la versatilidad del escritor japonés: el autor plantea un relato basado en el diálogo, una especie de juego entre el gato y el ratón. El gato no es otro que un detective que aborda a su ratón, un abogado, que le plantea una historia que poco a poco le va sumiendo en la culpabilidad. El lector, así, asiste a una conversación en la que va atando cabos sobre un posible asesinato premeditado con la mayor frialdad.
El gusto y la capacidad de Junichiro Tanizaki por la belleza femenina y su capacidad para captarla y recrearla, así como su mirada poco convencional hacia el amor, son el principal rasgo del relato «Los pies de Fumiko» («Fumiko no ashi», 1919), un sensual y perverso cuento sobre la obsesión de un hombre hacia los pies de una joven.
El sexto relato de Siete cuentos japoneses es una narración onírica titulada «Nostalgia de mi madre» («Hahawokouruki», 1919), una narración que recrea un reencuentro soñado entre el propio escritor, convertido en niño, y su madre, varios años después del fallecimiento de ésta, y que rememora con emotividad el sentimiento de dolor ante la pérdida y la felicidad experimentada durante el reencuentro soñado.
Cierra el volumen el drama pasional «Los techos rojos» («Akaiyane», 1925), donde encontramos a una joven moderna y despreocupada mantenida por un hombre mayor que ella, sometido a los caprichos de la joven, un claro antecedente de la primera novela de Tanizaki, Naomi, publicada en 1926.
Siete cuentos japoneses nos propone un recorrido en siete miradas por la producción inicial del escritor Junichiro Tanizaki, un viaje que ejemplifica la capacidad narrativa de uno de los fenómenos literarios de Japón. Una selección atinada que nos permite conocer al Tanizaki de sus inicios y comprender su progresión artística. No defraudará a los amantes de su literatura.
Junichiro Tanizaki, Siete cuentos japoneses (traducción de Ryukichi Terao; colaboración en la traducción y prólogo Ednodio Quintero), Gerona, Atalanta, 2017, 260 páginas.