Amaba mi estudio. Por la mañana, cuando llegaba, lo saludaba, le preguntaba cómo había pasado la noche y si tenía algo para mí ese día. Y siempre tenía algo. La escritura está, sí, dentro de nuestra cabeza, pero también alrededor de nosotros, en las paredes y en los muebles, en el olor a café, en la luz de la lámpara. En días benditos todo es escritura, y en días malditos nada lo es.» Así resume el escritor griego Theodor Kallifatides (1938) su vinculación con el acto de la creación. Un acto arropado por un espacio y un estado emocional del que el escritor no puede sustraerse. Amor y maldición que componen una voz, la suya, dedicada durante años al oficio más hermoso de la tierra.
Hasta que Kallifatides siente, ya cumplidos los ochenta años, que enmudece. Que siente una ruptura con el mundo que lo rodea. Así de rápido y sencillo. Un escritor cuya voz ha plasmado en páginas y páginas durante décadas su visión del mundo, se queda sin voz. Qué puede acallar a un escritor. ¿La edad? ¿El cansancio? ¿La falta de inspiración? El suyo, confiesa, es un silencio provocado la sociedad que lo rodea. Kallifatides miró a su alrededor y vio con claridad el lamento sordo de su país natal, acuciado por la pobreza y las estrictas servidumbres impuestas por Europa durante la crisis económica de 2008. No reconoce a su país de origen ni al que le dio cobijo. Algo falla. Algo está roto. Y, en ese silencio, poco a poco, la palabra se abre camino. Nace un libro, Otra vida por vivir, escrito en la voz aprendida en la niñez. Sólo en griego el escritor siente que puede hablar de la experiencia que vive, de lo que le rodea y de lo que le indigna. Sólo en griego puede nominar el mundo que lo rodea.
Otra vida por vivir (Μια ζωή ακόμα, 2018) es una obra que palpita palabras. Palabras silenciadas durante años, palabras que proceden de una lengua materna olvidada en el proceso de escritura que durante décadas el escritor desarrolló en otra lengua ajena a la suya. Theodor Kallifatides es un griego emigrado por la diáspora griega de los años sesenta a Suecia, a donde llegó en 1964 y en cuya lengua ha construido el grueso de su producción literaria. El suyo es un ejemplo, como le sucedió a Agota Kristof, del que adopta una segunda lengua como instrumento en su escritura. Literatura de segunda voz que deja un poso de orfandad en los creadores. Aunque, como señala el propio escritor en su libro, en su caso ambas lenguas conviven como dos órganos que mantienen vivo un único organismo: «Mi primera lengua es palpitación. La segunda cavilación. La primera brotaba de las entrañas, la segunda de mi cerebro.»
El pequeño libro Otra vida por vivir, publicado en español por Galaxia Gutenberg con traducción de Selma Ancira, es inclasificable. Sin historia, guiado por los pensamientos de Kallifatides, va tocando distintos temas con la cadencia que marca el fluir del acto narrativo, como el problema de la escritura, el recuerdo, la identidad o el paso del tiempo, que toman cuerpo y palabra en un discurso lúcido e intenso, cimentado en la carga emocional que la lengua deja en los individuos.
Cuando Theodor Kallifatides abre las compuertas de su recuerdo y el acto de la palabra de materializa, logra que la escritura fluya desde las profundidades: «La escritura es como un manantial. Puedes ornamentarlo con estatuas, adornarlo con una preciosa fuente, construir alrededor del borbotón una placita y sembrarla de sicomoros. Pero nada de eso es lo que hace que el agua fluya. Es la presión desde las oscuras profundidades de la tierra lo que crea la erupción del agua.» Y, gracias a ese manantial incontenible, retomar la lengua materna es, para Kallifatides, como llegar a un oasis o disfrutar de maná: «Desde la primera palabra sentí cierta dulzura, como si hubiera comido miel. Dulzura y alivio. No escribía. Hablaba.»
Otra vida por vivir es un libro que combate la idea de que el olvido es parte de la vida. El recuerdo es lo que mueve al autor y lo conecta con su propio yo, y así podemos sentirlo en esta pequeña joya que nos enfrenta a escritura honesta y emocionante. Literatura y palabra que se leen como quien sacia la sed en un libro lúcido y hermoso de apenas 160 páginas. Literatura limpia y precisa, ligera y vigorosa al mismo tiempo.
Theodor Kallifatides, Otra vida por vivir (traducción del griego moderno de Selma Ancira), Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2019, 160 páginas.