No somos la misma persona después de haber leído Solaris. La novela del escritor polaco Stanislaw Lem (1921-2006) se presenta ante el lector inmensa, compleja y absorbente, como si de una réplica del fascinante planeta del que habla se tratara. Se lee de un trago, con sed, y se disfruta con una mezcla de extrañeza y emoción. Después de leerla, nuestra percepción del mundo y, sobre todo, de lo que significa la comunicación y el contacto, han cambiado.
Solaris (1961) es una de las novelas más célebres de Stanislaw Lem, un clásico de la ciencia-ficción que, desde su publicación, enganchó a miles de fans. Sin embargo, hasta ahora las versiones disponibles en el mercado español se basaban en traducciones de la versión francesa, una situación que la editorial Impedimenta vino a subsanar en 2011 con una traducción directa del polaco a cargo de Joanna Orzechowska.
Solaris y los espejos
La novela de Stanislaw Lem ha llegado a la categoría de obra de culto. Su influencia ha traspasado las fronteras de la literatura de ciencia ficción, dando lugar a varias revisiones cinematográficas: la primera en 1972 de la mano del director ruso Andréi Tarkovski y la segunda en 2002 a cargo de Steven Soderbergh. Versiones que, siendo honestos, no han hecho ningún favor a la verdadera intención de la propuesta del escritor polaco.
Solaris es una novela compleja y cambiante sobre los intentos del ser humano por comprender y comunicarse con otros mundos, aunque en su novela Lem también parece querer mostrar la dificultad de comprender nuestros propios abismos interiores. En este sentido, nos encontramos con un planteamiento de varias capas y lecturas. Quien quiera visitar la novela desde el ángulo del género, se encontrará con una historia sobre un planeta enigmático y perturbador al cual acuden varios científicos con el fin de establecer algún tipo de contacto con él. Pero Solaris también puede abordarse desde una parte más psicológica, en la que el lector se encontrará una reflexión sobre la memoria, el peso de la culpa o las erosiones que deja en el alma el amor.
Sea cual sea el punto de vista, es muy probable que el lector quede deslumbrado por la capacidad de fabulación de Lem, que logra urdir un universo opresivo en el que el planeta Solaris se construye poco a poco, con todas sus complejidades, frente a los ojos del lector, que al mismo tiempo se asoma al universo oscuro del interior de los personajes. Stanislaw Lem construye (para posteriormente destruirlos) un puñado de personajes perseguidos por sus demonios interiores, que el planeta Solaris hace reales a su vez.
Solaris es una novela compleja y cambiante sobre los intentos del ser humano por comprender y comunicarse con otros mundos.
Pero, ante todo, Solaris es una reflexión sobre la incomunicación y la imposibilidad de contactar con otros seres. Y esto sobre varios niveles: por lado, el conocimiento del ser humano de su propia identidad y de su «alma», y por otro, el del planeta y los seres humanos, incapaces de comunicarse y, por tanto, condenados a no comprenderse mutuamente. Solaris y los humanos son tan distintos que son incapaces de llegar a un conocimiento válido para pasar a una comprensión de que existan otro tipo de inteligencias. En este sentido, dice el narrador en un momento de la novela: «Nos consideramos caballeros del Santo Contacto. Esa es otra falsedad. No buscamos nada, salvo personas. No necesitamos otros mundos. Necesitamos espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Con uno, ya nos atragantamos. Aspiramos a dar con nuestra propia e idealizada imagen.»
Es quizá por esto que el lector se enfrenta a una novela que trasciende los conductos básicos del género y lo enfrenta a un espejo, en este caso sin reflejo, en el que se le exige una reflexión sobre la historia urdida por Lem. ¿Qué es Solaris? ¿Es un ente inteligente? ¿Puede llegar el ser humano a contactar con otros seres? ¿O está condenado a buscar el reflejo de una imagen que no existe? Probablemente uno de los mayores aciertos de la novela de Stanislaw Lem es su capacidad de fascinación precisamente por este tipo de preguntas sin respuestas. Por este tipo de lectura no complaciente, que busca desafiar al lector. Una novela imprescindible.
Referencias
Stanislaw Lem, Solaris (traducción de Joanna Orzechowska e introducción de Jesús Palacios), Madrid, Impedimenta, 2011, 296 páginas.
Imagen de Stanislaw Lem en Wikimedia Commons.