La analfabeta es un libro peculiar. Considerado como las memorias literarias de Agota Kristof (1935-2011), se presenta como un texto extraordinadorio en el corpus literario de la escritora húngara. Apenas 64 páginas (en la edición de Alpha Decay, que traduce al español Juli Peradejordi) no permiten hablar estrictamente de autobiografía o memorias, pero la condensada narración de su infancia, exilio y asimilación del país y cultura de acogimiento componen un texto lleno de resonancias y matices que bien merecen el acercamiento a La analfabeta (L’analphabète) de Agora Kristof.
La analfabeta se compone de once breves capítulos en los que la escritora húngara recuerda y relata con una concisión brillante y efectiva once momentos relevantes relacionados con su infancia, con la necesidad de abandonar su país natal y con las visicitudes a las que se tuvo que enfrentar en Suiza, el país que la acogió como exiliada, para salir adelante y, en especial, para asimilar la nueva lengua de este país.
Fue en 1956, a raíz de la participación de su marido en la revolución húngara contra el régimen prosoviético. Cuando la revuelta fue sofocada, el matrimonio atravesó a pie la frontera con su hija recién nacida, primero a Austria, luego a Suiza. Porque, como dato a destacar, Agota Kristof fue una de esas escritoras que silenció su lengua materna para adoptar como lengua literaria el francés, un proceso dificultoso que le llevó a una reflexión acerca de su identidad cultural.
Para Agota Kristof la escritura es una vía de escape, la única posibilidad de sobrevivir a la soledad y al exilio.
La analfabeta es un texto denso escrito de una manera tan efectiva que da un aspecto de aparente liviandad. El estilo de Agota Kristof es directo, conciso, contundente, pero la densidad de la materia narrativa es espesa y propone al lector preguntas y reflexiones que amplifican su resonancia.
En este sentido, más que acerca de la vida de la escritora La analfabeta se centra en la escritura y el proceso creativo. Para Agota Kristof la escritura es, en parte (o al menos en el contexto vital en la que se refugió en ella), una vía de escape, la única posibilidad de sobrevivir a la soledad y al exilio. Como indica en un momento del texto: «Cuando, separada de mis padres y mis hermanos, ingreso en un internado de una ciudad desconocida, donde, para soportar el dolor de la separación, sólo me queda una solución: escribir.»
La analfabeta: exilio y escritura
Sobre el exilio plantea Agota Kristof una terrible frase que da cuenta de la dimensión artística de la escritora. Su carrera llena de éxitos y reconocimientos no bastó para compensar la expulsión de su país: «¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz.»
A propósito del oficio de escritura, la narradora húngara aborda en distintas ocasiones su relación con ese arte y la manera en la que se vinculó a su nueva lengua. «…Uno se hace escritor escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que se escribe.» Una obstinación que surgió de los momentos más inesperados. «Para escribir poemas, la fábrica está muy bien. El trabajo es monótono, se puede pensar en otras cosas y las máquinas tienen un ritmo regular que ayuda a contar los versos. En mi cajón, tengo una hoja de papel y un lápiz. Cuando el poema toma forma, lo anoto.» Así empezó a escribir Agota Kristof. En los momentos que podía, en los valles intelectuales y aprovechando cada pedazo de papel a su alcance. No tenía más remedio. Su voluntad por escribir y la obligación de hacerlo en una lengua que no era la materna se impuso a ella casi como un destino. Como ella misma señala en un momento de La analfabeta:
«No he escogido esta lengua. Me ha sido impuesta por el destino, por la suerte, por las circunstancias. Estoy obligada a escribir en francés. Es un desafío. El desafío de una analfabeta.«
La analfabeta es una obra mínima con resonancias de gran obra. Una autobiografía que destaca por su contundencia y capacidad de impactar y epatar al lector, que contempla a través de esta obra todo el talento de la escritora. Condensado y directo a la mandíbula. Nada menos.
Agota Kristof, La analfabeta. Relato autobiográfico (traducción de Juli Peradejordi; prólogo de Josep Maria Nadal Suau), Barcelona, Alpha Decay, 2015, 57 páginas.