Apenas 200 páginas le bastan a Philip Roth (Newark, 1933) para condensar un poderoso y desolador relato sobre lo fuertes y destructivos que pueden llegar a ser algunos sentimientos como el sentido del deber y de la culpa. Una novela descarnada y rica en matices en la que el destino y el castigo emanan de sus páginas como si de una moderna tragedia griega se tratara. Los lectores de Roth estamos, sin duda, de enhorabuena.
La última novela del escritor norteamericano deslumbra por su robustez y precisión narrativa. Despojada de cualquier rastro del humor o de la ironía que caracterizan otras obras de Roth, Némesis ofrece un argumento terrible como la diosa de la que recibe su nombre, y en él se exploran de manera inteligente y nada artificiosa varias facetas de la condición humana como ya hiciera La Peste (1947) de Albert Camus, su inevitable referente literario.
Némesis: retrato de la plenitud
La novela tiene como telón de fondo dos acontecimientos reales: la terrible epidemia de polio que asoló la comunidad judía en diversos barrios de la Newark natal de Roth en 1944 y la contienda de la II Guerra Mundial.
Su protagonista es «Bucky» Cantor, un joven profesor de educación física que encarna valores como la superación, el sentido del deber y la plenitud de la juventud. Responsabilidad, devoción, disciplina. Ésos son los tres ejes en torno a los cuales Philip Roth construye a su protagonista. La educación y el fortalecimiento físico y espiritual de sus alumnos son las principales preocupaciones del Sr. Cantor, un personaje con el que el lector empatiza inmediatamente y que se convierte ante sus ojos en un antihéroe trágico consumido por un sentimiento de culpabilidad cuya causa el lector intuirá y, finalmente, confirmará, cuando llegue a las últimas páginas del libro.
Con Cantor, Roth crea uno de sus personajes más trágicos y humanos. Caracterizado por su sentido del deber y de la disciplina, el inteligente tratamiento que el narrador-testigo hace del profesor evita cualquier tipo de rigidez o frialdad en el personaje que lleve al inevitable distanciamiento del lector. «Bucky» Cantor es dolorosamente humano en cuanto al agudo sentido de la culpabilidad que lo domina. Culpable por no haber podido servir a su país en la batalla que se está librando en Europa a causa de la miopía que le ha impedido alistarse en el Ejercito, y culpable por no ser capaz de impedir la muerte de sus alumnos contagiados con la polio. Ambas causas no son responsabilidad del protagonista, pero éste las asume como propias.
A esto le suma el escritor norteamericano un hermoso retrato de la plenitud. La plenitud en cuanto a todo lo que conecta con la juventud y las ganas de vivir. Destaca la hermosa evocación del personaje de Cantor en las últimas páginas del libro, en la que el narrador-testigo recuerda a su profesor como un Heracles, como un poderoso e invencible hijo de dios que tendrá que enfrentarse, como conocerá el lector al final de la novela, a un trágico destino sufriendo el tormento de la culpa y el castigo infringido por la diosa Némesis.
Némesis es un relato desolador y hermoso que nos devuelve a un Philip Roth en forma y reivindica (de nuevo) su maestría literaria. Una lectura que no hay que perderse.
Ficha bibliográfica
Philip Roth, Némesis (traducción de Jordi Fibla), Barcelona, Mondadori, 2011, 207 páginas.
La imagen de Philip Roth en 1964 tiene (c) del New York Times / Sam Falk.