¿Podemos culpar a otros de nuestro arrepentimiento ante los errores propios? Nuestras decisiones, ¿son nuestra responsabilidad o la influencia de otros puede condicionarlas? Aquellos que han podido empujarnos a cometer un error, ¿son también culpables? Estas son algunas de las preguntas que surgen tras la lectura de Mi enemigo mortal (My Mortal Enemy, 1926), de la escritora norteamericana Willa Cather (1876-1947), una nouvelle que refleja la amargura que supone echar la vista atrás y sospechar, intuir, que las decisiones que se tomaron en el pasado pueden haber marcado de manera negativa toda una vida.
Narrada en primera persona por un personaje que sólo ha conocido la historia de su protagonista parcialmente, Mi enemigo mortal cuenta la historia de Myra Driscoll, una joven que abandonó su pueblo natal, Parthia (Illinois), su fortuna y una vida de lujos por amor. El escándalo que supuso esta elección no ha hecho más que acrecentar su leyenda entre los habitantes del pueblo y sus propios familiares, que la admiran por seguir sus instintos y vivir la vida que ha elegido. Pero la realidad que descubre la narradora, Nellie, es muy distinta. Tras un matrimonio aparentemente feliz y una vida social de éxito, el paso del tiempo y la pobreza no han hecho más que hacer surgir a la superficie la amargura por haber tomado una decisión equivocada.
Mi enemigo mortal está construida de manera (aparentemente) sencilla, dividida en dos partes que funcionan como dos bloques vitales. En el primero, la joven narradora nos retrata el éxito de la indomable Myra, estrella de la vida social de Nueva York y leyenda entre la familia. La segunda parte, no obstante, muestra la otra cara de la moneda de la historia de la protagonista. Olvidada, empobrecida, enferma, malviviendo en una modesta ciudad del Oeste, Myra vive derrumbada por el dolor y amargura que supone advertir que lo que antaño fue amor no fue suficiente para justificar una decisión que ahora ve de manera clara como errónea.
El estilo de Cather es sutil y efectivo, ya que se basa en la sugerencia, en la sobriedad y en la economía narrativa, esbozando de este modo la parte superior de un iceberg bajo el cual se encuentra el grueso de la trama que el lector debe adivinar y componer con la información suministrada por Cather.
En este sentido, la narrativa de la escritora de Virginia, y en concreto en este ejemplo de su narrativa corta, conecta con el estilo de Henry James en cuanto al fino análisis de la psicología de los personajes y en la construcción de la historia a través de éstos. Y, como en las novelas del escritor neoyorquino, en Mi enemigo mortal no pasa nada en la superficie, pero dentro de los personajes bullen y fluyen las más variadas emociones. En el caso de Myra Driscoll, el fracaso, el desencanto y el error de una vida que se dirige a ese «mortal enemigo» que nunca lleva a desvelarse pero que el lector intuye atando todos esos cabos sueltos que la escritora disemina a lo largo de la narración.
Mi enemigo mortal es un buen punto de partida para conocer la narrativa de una escritora cuya obra la sitúa entre las grandes de la Literatura universal. Una lectura necesaria.
Ficha bibliográfica
CATHER, Willa, Mi enemigo mortal (trad. Gema Moral Bartolomé), Barcelona, Alba, 2012, 124 páginas.
La imagen de Willa Cather es de la Biblioteca del Congreso y está disponible en Wikimedia Commons.