Vivian Gornick es una mujer de ochenta y tres años, pero quien crea que la vitalidad y el impulso narrativo a esas edades decae, debería cerrar la boca y leer La mujer singular y la ciudad (The Odd Woman and the City: A Memoir, 2015). Vaya libro hermoso e inclasificable el de la neoyorquina y vaya bofetón a las letras insulsas y sometidas a la dictadura de la trama que pueblan las mesas de novedades editoriales.
La mujer singular y la ciudad fue publicado en 2015 pero llega a España en 2018 traducido por Raquel Vicedo en la editorial Sexto Piso. Se presenta como una segunda parte de la también inclasificable Apegos feroces (Fierce Attachments: A Memoir), que fue toda una sorpresa editorial el pasado año en nuestro país (no así en Estados Unidos, donde fue publicada hace más de treinta años).
Construida como una especie de memorias que fluyen de los paseos de la autora por las calles de Manhattan, Apegos feroces se enfocaba en la relación de la autora con su madre, en su historia familiar y en las experiencias que han conformado a Vivian Gornick como la mujer que es. Por su parte, en La mujer singular y la ciudad la escritora toma como punto de partida la amistad y las relaciones personales, manteniendo una conversación sincera y llena de humor con el lector que permite establecer una conexión casi instantánea con ella (como dice la propia escritora, además del sexo, la forma de conexión más vital que existe es la conversación). Y vaya si lo consigue.
En La mujer singular y la ciudad Vivian Gornick rememora y, de alguna manera (sólo de alguna manera), relata su vida. En particular la interior, porque la vidas interiores, según William James, son fluidas, inquietas, volubles, siempre en transición. Y ése es uno de los quid que la escritora neoyorquina nos transmite en La mujer singular y la ciudad. Nuestras vidas (porque no hay únicamente una, sino muchas) fluyen, cambian y son un proceso en transición hacia algo indefinido y en construcción. Es la vida, la nuestra, la de Gornick, la que está construyéndose hasta que un día finalice y otros puedan leerla en toda su extensión.
En ese camino Vivian Gornick declara su vinculación con la ciudad (la ciudad, para ella, es Nueva York), en un ejercicio que va más allá del amor incondicional hacia el lugar que le ha visto a uno nacer. La periodista y activista feminista va más allá y plantea la conexión vital que las ciudades establecen con nosotros.
En este sentido, las ciudades pueden llegar a ser un motivo para levantarse por la mañana. Así lo expresa Vivian Gornick sobre el escritor Samuel Johnson, para el que «la ciudad siempre fue lo que lo ayudaba a levantarse cuando estaba deprimido, el lugar donde abocaba su profundo malestar, su monumental desasosiego.» En ese ejercicio en el que las ciudades nos insuflan -y en ocasiones, demasiadas quizás, nos la roban- vida, Vivian Gornick plantea una mirada hacia la ciudad que para ella es un ente vivo, en continuo movimiento. «La calle no para de moverse -confiesa-, y es imposible que no te guste el movimiento. Tienes que encontrar la composición del ritmo, escribir la historia del movimiento, comprender y no lamentar que el poder del impulso narrativo sea frágil, aunque infinito.»
Entre esas calles, entre esos recuerdos, destaca la mujer singular que es Vivian Gornick, y es en este punto donde la historia entronca con la feminista latente y activa. El término «mujer singular» surge de una novela que interpeló a la escritora de la manera más directa, Mujeres sin pareja (The Odd Women), del escritor victoriano George Gissing (1857-1903), en la que Gornick podía reconocerse en sus personajes femeninos. Una mujer sin pareja, fuera de las estructuras asociadas tradicionalmente a la mujer (matrimonio, maternidad), pero con una vida plena y llena de sentido.
La mujer singular y la ciudad es un libro lleno de miradas certezas, momentos de humor y frases ingeniosas. Unas particulares memorias que superan a las anteriores, Apegos feroces, gracias a un estilo agudo y sinuoso, que palpita al ritmo de las calles neoyorquinas que nutren y alimentan el estómago y el alma de una de las escritoras más particulares del panorama literario del siglo XX y XXI.
Vivian Gornick, La mujer singular y la ciudad (traducción de Raquel Vicedo), Madrid, Sexto Piso, 2018, 130 páginas.Ilustración de portada: Münster Studio. Cortesía de la editorial Sexto Piso.