'Tomoji', de Jiro Taniguchi

‘Tomoji’, de Jiro Taniguchi

Hay historias que surgen por casualidad. Otras, por encargo. Algunas, del amor hacia una época pasada. En el caso de Tomoji, una de las últimas obras del mangaka japonés Jiro Taniguchi (1947-2017), fue una mezcla de todas y, al mismo tiempo, un proyecto novedoso en su trayectoria artística.

La génesis e historia de Tomoji se encuentra ligada a una vivencia personal del propio autor japonés y, en especial, de su mujer. Visitantes asiduos de un templo budista en la región de Tokio, sus habitantes solicitaron al artista que les dibujara algo para su boletín trimestral en el que recordara la vida de su fundadora, Tomoji Uchida. Según indicó el propio Taniguchi, «tenían una idea simple y clara: poner de relieve lo particular del templo y, sobre todo, dar a conocer la personalidad y el recorrido vital de su creadora, Tomoji Uchida.»

Pero Taniguchi no tenía ningún interés en crear una obra histórica de corte hagiográfico. El resultado fue una historia que se centra en las vicisitudes vitales que la llevaron a Tomoji Uchida a ser la mujer que fue, a través de una mirada que privilegia un ángulo narrativo y que muestra «el recorrido vital que cinceló la personalidad de Tomoji y que finalmente le llevó a escoger el camino de la espiritualidad

Ilustración de 'Tomoji', de Jiro Taniguchi
Ilustración de ‘Tomoji’, de Jiro Taniguchi

En colaboración con el veterano guionista Miwako Ogihara, Tomoji fue la primera obra del autor de El almanaque de mi padre ambientada en la era Taishō (1912-1926), un reto supuso un aliciente en el proyecto según manifestó el propio Taniguchi.

Así, por las páginas del manga desfilan paisajes minuciosos que actúan como marco de los cuadros que costumbres de la época que Jiro Taniguchi trata con singular perfección, detalle y ternura. La era Taishō, una época bisagra de breve duración, sirve al artista para retratar un mundo y unas tradiciones a punto de desaparecer, que el propio autor de Los años dulces parece querer plasmar con atención y cuidado como una manera de preservar un Japón en extinción. En parte nostálgico, pero profundamente vitalista, Tomoji es un libro que nos retrata la belleza de las zonas rurales, de las costumbres milenarias estancadas y las historias de amor contenidas, pero llenas de pasión y generosidad.

El manga es un ejemplo del gusto de Jiro Taniguchi por el dibujo que se explica a sí mismo, sin exceso de texto, dejando que la historia se desarrolle visualmente a través de las emociones y silencios de sus personajes y la minuciosidad y detalle de sus paisajes. Un dibujo hiperrealista que transmite ese amor por el Japón rural, por las gentes sencillas y las historias cotidianas.

Ficha bibliográfica
Jiro Taniguchi, Tomoji (traducción de Víctor Illera Kanaya; guión Miwako Ogihara; dibujo de Jiro Taniguchi), Ponent Mon, 2016, 174 páginas.Imagen de portada: Jiro Taniguchi. Cortesía de la editorial Ponent Mon.

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