Todo empezó con una campaña de crowdfunding. La japonesa Rokudenashiko (1972), nombre artístico de Megumi Igarashi (1972), inició una campaña de micromecenazgo para realizar una impresión 3D de su vulva (o manko, como se denomina en Japón), destinada a fabricar un kayak con la forma de sus genitales. No era la primera vez que Rokudenashiko realizaba lo que ella denomina “arte manko” (objetos decorados, dioramas y pequeñas esculturas con el molde su vulva), solo que en esta ocasión la artista buscaba crear impacto con una obra de mayores dimensiones. La campaña fue un éxito y la artista japonesa alcanzó su objetivo… con un pequeño coste: las autoridades niponas la acusaron de haber infringido la ley japonesa relativa a la obscenidad, especialmente porque la recompensa para todos aquellos que apoyaron su causa económicamente fue recibir un archivo informático de la impresión 3D.
Rokudenashiko fue detenida por primera vez el 12 de julio de 2014, enfrentándose a una pena de dos años de cárcel y una elevada multa económica. La artista decidió no retirar su obra y luchar por su derecho a la libertad de expresión, argumentando que se trataba de un acto de censura y represión sexual. Tras varios días encarcelada y con un equipo de abogados que voluntariamente se ofrecieron a defender su causa, Rokudenashiko fue puesta en libertad. Pero el 3 de diciembre volvió a ser detenida con la misma acusación. Y todavía espera recurso sobre su condena.
Obscenidad: un manga para nombrar lo innombrable
Megumi Igarashi quiso reflejar su experiencia en todo este extraño y absurdo proceso en un manga, un medio visual que permite conocer y valorar toda la historia de una manera más cercana y divertida. El resultado fue Obscenidad. Cómo me convertí en una supuesta artista, una historia gráfica que se convierte en un género muy eficaz para conectar con los lectores.
Con un estilo juguetón y burlón, lleno de comentarios divertidos y situaciones hilarantes, Obscenidad es un simpático alegato a favor de la libertad de expresión y una reflexión sobre tabúes que aún subyacen en las raíces de la cultura japonesa. Porque frente a la existencia de festividades religiosas como la de Kanamara Matsuri que conmemoran la fertilidad mediante la representación de los genitales masculinos, el simple hecho de nombrar los femenino o utilizar expresiones como manko generan reacciones furibundas y desprecio en la sociedad japonesa.
Así, Obscenidad es una historia salpicada de momentos hilarantes y absurdos que contrastan con la terrible realidad que retrata: el simple hecho de nombrar y utilizar los genitales femeninos como expresión artística puede ser motivo de encarcelación en Japón, una realidad ridícula que Rokudenashiko expone y critica.
El volumen, publicado por la editorial bilbaína Astiberri, incluye además del manga que da título al libro, información, fragmentos de entrevistas, declaraciones o curiosidades que complementan alusiones realizadas a lo largo de sus páginas, dando así un carácter más completo para que el lector occidental no se pierda por la falta de contexto cultural.
El libro también se complementa con dos pequeños mangas adicionales, “¿Por qué me convertí en una artista manko?” y “Esta es mi historia”, en la que relata sus orígenes como artista y su interés por el arte manko. Además se pueden encontrar otros materiales interesantes como una entrevista-conversación entre la artista y el director de cine y poeta Sion Sono, en la que charlan acerca de la libertad de expresión, los tabúes con respecto al sexo y el desconocimiento de algunas mujeres de sus propios cuerpos.
Obscenidad es un manga divertidísimo con un trasfondo más que serio, en el que, desde una postura militante y feminista, se denuncia el arcaico sistema judicial japonés, su sistema penitenciario, la complicada relación de Japón con la representación de los genitales, especialmente los femeninos (pixelados y borrados en ilustraciones y pornografía), o la posición de la mujer dentro de la sociedad nipona. Rokudenashiko pone el acento en lo que es una realidad silenciada: los manko están ocultos porque sólo son objetos de placer y deseo de los hombres. Pero son lo más natural del mundo, forman parte del cuerpo humano y pueden ser eróticos, sí, pero también divertidos y adorables. Ni sucios ni asquerosos. Empoderadores.
Rokudenashiko, Obscenidad. Cómo me convertí en una supuesta artista (traducción de Santiago García), Bilbao, Astiberri, 2018, 182 páginas.