A Yosa Buson (1714-1784) se le denomina a menudo «poeta-pintor» y se trata de un apelativo ciertamente adecuado. No sólo porque Buson, además de haijin (poeta que dedicaba su talento a la composición de breves poemas de tres versos de tres y siete síbalas, los haikus), fuera artista, sino también porque en su obra poética se reconoce con claridad ese gusto visual, pictórico y sensorial (habitual en el haiku por lo demás).
Buson es, junto a Matsuo Basho (1644-1694), Kobayashi Issa (1763-1826) y Masaoka Shiki (1867-1902), uno de los «cuatro grandes maestros del haiku japonés». Fue una figura clave del periodo Edo, alcanzando un reconocimiento mayor en el siglo XX gracias a la recuperación de su figura y obra que realizó el poeta Shiki. Fiel seguidor de Basho, fue un fuerte revitalizador del haiku en la primera mitad del siglo XVIII, llegando a componer unos 3.000 haikus.
De esa vasta producción la editorial Satori publicó en 2016 una selección bilingüe a cargo del profesor Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala, En un sueño pintado, un volumen con que 70 piezas que permite acercarse a la exquisita capacidad del haijin de transmitir un mundo sensorial y casi pictórico. En 2017 se publicó una nueva recopilación, Flores del Buda, donde la editorial asturiana trajo al lector en español 70 nuevos poemas representativos de la poética de Buson.
La poesía de Yosa Buson se caracteriza por su búsqueda de la percepción en cada poema, así como por su plasticidad y versatilidad. El mundo, a sus ojos, es un lienzo lleno de belleza en movimiento, de «sueños pintados» y objetos de sensualidad impactante. En este sentido, los rasgos pictóricos más acusados en la poética de Buson son el color y la perspectiva, que dotan a sus haikus de una textura y riqueza que crean un híbrido de palabra e imagen fuertemente evocador.
Su poesía muestra una mirada que observa la realidad, en una conexión con la Naturaleza que se manifiesta en las imágenes elegidas y que sugieren con determinación y delicadeza una fuerte ligazón emocional del poeta con lo que le rodea. Así, los haikus de Buson manifiestan una gran expresividad y diversidad de tonalidades, con composiciones que retratan, por ejemplo,el brillo cegador del sol («Brilla y rebrilla/ el sol entre unas piedras/ por el erial») o recrean momentos cotidianos de singular belleza como ese techador que pisa las hojas que han caído en la habitación del poeta cuyo techo va a arreglar o esas cortesanas que compran un obi en sus aposentos. Se trata de escenas de la vida íntima y cotidiana que el poeta observa y plasma en breves pinceladas.
No desdeña Yosa Buson otros temas universales como la vida o la muerte («A quien recoge huesos/ le resulta entrañable/ ver las violetas«), composiciones con temas habituales en el haiku como el paso de las estaciones, la llegada de la primavera, o lo efímero como momento cuyo destello impacta al poeta. Yosa Buson juega con la cadencia del tiempo y la delicadeza de lo fugaz, como el ritmo de la caída de unos pétalos de una peonía en este hermoso poema: «Cae la peonía/ y se apilan sus pétalos:/ ya dos, ya tres…»
Todo puede ser sugerente para el poeta, incluso pequeñas realidades escatológicas como la que se recrean en el poema 25, repleto de contrastes cromáticos («Hojas de lirio;/ pegajosas las heces/ que les caen, de un milano«), o el mundo de los insectos, también querido por Buson («Un piojo de la paja/ canta su chi, chi; pero,/ ¿y el caracol?«; «Brisa del alba: asoma/ soplando en la pelambre/ de una oruga«). La sonoridad de muchos de los poemas también se reflejan en composiciones donde el lector puede percibir los sonidos de la Naturaleza («Toda la noche/ cae en silencio la lluvia/ sobre unos sacos«; «Acá y allá,/ allá y acá majando/ los mazos de batán«).
La poesía de Yosa Buson es, en definitiva, un juego sinfonías cromáticas, de paisajes pictóricos en los que la Naturaleza se presenta en silencio con lirismo y sencillez. «Una poesía dinámica sumergida en amplios paisajes, lírica, sensible con lo humano y llena de gracia y de romanticismo en sus historias ocultas«, como señalan desde la propia editorial Satori. Poesía para contemplar como una obra de arte.
Yosa Buson, Flores del Buda (selección, traducción, introducción y notas de Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala), Gijón, Satori, 2017, 156 páginas. Imagen de portada: composición de Emiliano Molina, cortesía de Satori Ediciones.