Hubo un época en la que aún quedaban rincones del planeta desconocidos por el ser humano. Fue también una época de hombres que buscaban la aventura, por encima de los riesgos y los resultados, para saciar la sed de viajes y descubrimientos.
La última gran expedición de esta época la capitaneó Ernest Shackleton (1874-1922), que emprendió en 1914 un viaje a la Antártida con el objetivo de atravesar el polo. Tal y como escribió, «La primera travesía por el continente antártico, de mar a mar, atravesando el polo, además de tener una gran importancia histórica, constituiría un viaje de enorme valor científico«. Lo de inicio fue una estimulante aventura, muy pronto se convirtió en un desafío por la supervivencia cuando el barco en el que él y su tribulación viajaban, el Endurance, encalló en el hielo y se hundió.
Este apasionante viaje, del que se conmemoran cien años, es recreado por el ilustrador inglés William Grill en El viaje de Shackleton, que acaba de publicar Impedimenta, en la que reconstruye la figura del explorador, el preparativo del viaje, su valiente tripulación, su lucha por superar las adversas condiciones y su regreso a casa.
El viaje de Shackleton es uno de los libros más bellos que se han publicado este año, cuajado de colores azul y blanco como el mar y el hielo polar que rodearon la expedición. Grill compone un juego de ilustraciones que requieren de gran formato para mostrar la amplitud de los paisajes antárticos, que nos trasladan de alguna forma a la infancia, donde las gestas y los aventureros adquirían dimensiones casi míticas. El ilustrador inglés transmite la inmensidad de los paisajes reduciendo el protagonismo de las figuras, que se presentan como pequeñas piezas diminutas.
El viaje de Shackleton: la última gran expedición
Roald Amudsen pisó en 1911 el Polo Sur, convirtiéndose en el primer hombre en hacerlo. Sólo 35 días después su rival Robert Falcon Scott llegó al mismo punto, pero pereció junto a sus hombres en el camino a casa. Sólo quedaba un último desafío en aquél país de frío y nieve: atravesar por tierra el continente antárdico. «Me prometí a mí mismo que un día iría a la región del hielo y la nieve, que avanzaría sin descanso hasta llegar a uno de los polos de la Tierra, el final del eje sobre el que gira esta gran bola redonda«, señaló Shackleton.
El desafío al que se enfrentó el capitán inglés era ambicioso: recorrer casi 3.000 kilómetros a través del hielo. Aunque los fines se plantearon en términos científicos, hubo más de deseo de gloria y reconocimiento: nada menos que 4000 personas respondieron al anuncio que Ernest Shackleton puso en el periódico para reclutar a su tripulación.
La expedición se prolongó hasta 1917, después de muchas vicisitudes que casi costaron la vida a la tripulación, que Shackelton consiguió traer a casa sana y salva. El fotógrafo de la expedición, Frank Hurley, realizó más de cien fotos que dan cuenta de ese heroico viaje, muchas de las cuales han servido de documentación a William Grill para su volumen ilustrado. Una historia apasionante contada en un libro hermoso.
Referencias
William Grill, El viaje de Shackelton (traducción de Pilar Adón), Madrid, Impedimenta, 2014, 76 páginas.
Las imágenes de El viaje de Shackelton son cortesía de Impedimenta.