Ursula K Le Guin (1929) está considerada como una de las más notables autoras de literatura de ciencia-ficción. Su vastísima obra (diecinueve novelas, más de ochenta cuentos, dos colecciones de ensayos, más de diez libros para niños y volúmenes de poesía) la ha hecho merecedora de un gran prestigio dentro y fuera de su país, avalado por multitud de premios que le han permitido extender el reconocimiento artístico más allá del género al que suele adscribirse su trabajo. De hecho, su obra será editada en vida en The Library of América, la gran biblioteca estadounidense de escritores consagrados.
Admirada por el escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) y una de las escritoras favoritas del editor de Nórdica Libros, Diego Moreno, Ursula K. Le Guin es mucho más que una escritora de ciencia-ficción. «No quiero que me reduzcan a ser «la escritora de ciencia ficción». La gente siempre trata de sacarme a empujones de la escena literaria. Que ve vayan al diablo«, ha declarado en alguna ocasión. Prueba de que la escritora estadounidense tiene intereses que trascienden el mero entretenimiento es El día antes de la revolución (The Day before the Revolution), un relato publicado originalmente en 1974 en la revista Galaxy Science Fiction que la editorial madrileña Nórdica Libros ha recuperado recientemente en una edición con ilustraciones de Arnal Ballester y traducción de Enrique Maldonado Roldán.
El día antes de la revolución (con el que Le Guin ganó los prestigiosos premios Nebula y Locus) sitúa su historia en una sociedad donde ha triunfado el odonianismo, un movimiento revolucionario anarquista, pero se centra, más que en la realidad de los individuos, en la historia de una mujer, Laia Odo, la ideóloga de la revolución y de la sociedad anarquista que se relatan también en la novela Los desposeídos (The Dispossessed: an ambiguous utopia, 1974), pero, ante todo, persona. Sesenta páginas que concentran a presión la mirada de una mujer ya anciana y enferma hacia el presente pero, sobre todo, a su pasado. Ese pasado involucra tanto su faceta política como humana, ya que en esos recuerdos aparece que manera recurrente el hombre con el que compartió su vida, Taviri, cuya muerte fue el detonante de su corpus ideológico.
Para la protagonista del relato resulta extraño vivir en un mundo que ella ha contribuido a crear, sintiéndose, de alguna manera, desconcertada al observar que los jóvenes que conviven cerca de ella disfrutan de unas libertades de las que ella y su generación nunca pudieron disfrutar. Odo, en definitiva, mira esa utopía largamente imaginada que, materializada en su presente, se muestra ante ella extraña. Porque, en realidad, ese tiempo anhelado ya no es para ella. Laia Odo pertenece al pasado.
Una autora a la que no se reconoce lo suficiente
La obra de Ursula K. Le Guin está llena de historias precursoras de muchos éxitos recientes firmados por otros autores. Es por ello que los admiradores de Le Guin no dejan de destacar que no se le ha reconocido lo suficiente a esta prolífica e imaginativa autora. Por ejemplo, la novela Planeta de exilio (1966) presenta un mundo que tiene estaciones que duran quince años, bárbaros que invaden desde el norte y criaturas perversas llamadas espectros de la nieve. ¿No resulta demasiado familiar para aquellos que hayan leído la saga de George R.R. Martin Juego de Tronos o que se hayan enganchado con la versión para la pequeña pantalla de la cadena estadounidense HBO?
Le Guin también describió en esa obra los detalles de una escuela de brujos (J.K. Rowling tenía tres años por aquel entonces) y en El nombre del mundo es Bosque (1976), ya hablaba de unos seres humanos malévolos que invaden de forma brutal un planeta de extraterrestres pacíficos que viven en los bosques, historia que para muchos preanuncia la película Avatar de James Cameron.
Existe además un aspecto de Ursula K. Le Guin que destaca en su magnética personalidad: no tiene pelos en la lengua. Ni mucho menos con cuestiones de actualidad: «Un autor en mitad de su carrera que cuestione la hegemonía de Google y Amazon y califique sus prácticas de inmorales o desleales, de inmediato corre el riesgo de venganza y la enemistad de otros escritores que tratan de quedar bien con ellos. Yo corro los mismos riesgos, pero qué diablos. Mi obra está ahí… visible, existente«. En efecto, su obra está ahí. Acerquémonos a ella.
Ursula K. Le Guin, El día antes de la revolución (ilustraciones de Arnal Ballester; traducción de Enrique Maldonado Roldán), Madrid, Nórdica, 2017, 60 páginas.Ilustraciones de Arnal Ballester, cortesía de la editorial Nórdica Libros.