El comienzo de Canción dulce anticipa que el título de la segunda novela de la escritora marroquí Leila Slimani (Rabat, 1981) va a tener poco de dulce. El puñetazo es seco y no tiene miramientos. Trata un tema generalmente tabú en la literatura y la sociedad: la muerte de los niños, y su arranque con un asesinato, del que el lector debe recuperarse en las primeras páginas, anticipa un relato duro y lleno de aristas.
No es para menos. Ganadora del premio Goncourt 2016, Canción dulce (Chanson douce, 2016), lanza al lector algunos apuntes del escenario, las víctimas y los heridos emocionales como si fueran trozos de carnaza y le deja con un sabor amargo en el paladar y el cuerpo revuelto. No hay marcha atrás. Hay que seguir leyendo. ¿Cómo ha podido suceder algo así? ¿Qué ha llevado a ese acontecimiento? ¿Quiénes son sus protagonistas?
Las respuestas a esas preguntas las va dosificando la escritora marroquí en una narración contenida pero directa, que abordando temas incómodos y poniendo un espejo aumentado (que no deformado) frente una sociedad en la que es fácil vernos reconocidos. Todo de una manera en parte aséptica, sin adornos ni tiritas para ocultar no que no quiere verse u oírse.
Conocemos así al matrimonio de Paul y Myriam y a sus pequeños Mila y Adam. Tras una maternidad dedicada exclusivamente al cuidado de los niños, la madre decide reincorporarse a la vida laboral en un exigente bufete de abogados, una decisión a la que se opone su suegra y es vista con reticencias por su marido. La nueva situación obliga a buscar los servicios de una niñera. Tras un minucioso (y no exento de prejuicios) proceso de selección, Louise, una mujer callada de rostro de esfinge, entra a formar parte de sus vidas, estableciendo una relación de intensa dependencia con la familia.
Leila Slimani utiliza el género del suspense para ponerle delante de las narices al lector la vida de una clase media parisina llena de prejuicios y comportamientos casi infantiles, burgueses mal acostumbrados a los que la maternidad y paternidad asfixia. y, del otro lado, la personalidad siniestra de la niñera Louise, solitaria y volcada en el cuidado de los niños como la única manera de sobrevivir al desaliento, símbolo de una clase social aislada e incomprendida. La lenta colonización de la niñera del espacio doméstico será una metáfora del horror que sienten Paul y Myriam hacia la clase de la que proviene Louise, un tema, el de las diferencias de clases sociales, que la escritora Leila Slimani plantea de manera cruda e incómoda.
Canción dulce es una novela cuyo argumento, si bien no plantea una historia nueva, ofrece una inteligente visión sobre temas como la soledad en las grandes ciudades, las diferencias y los prejuicios entre clases, el aburguesamiento, las dificultades de ciertas personas a enfrentarse a grandes cambios o la infelicidad. Su prosa, dotada de un estilo narrativo austero pero muy efectivo, hipnotiza al lector y lo sumerge en el universo doméstico e infantil del matrimonio protagonista y su niñera. Una lectura desasosegante que pervive en la memoria.
Leila Slimani, Canción dulce (traducción de Malika Embarek López), Barcelona, Cabaret Voltaire, 2017, 277 páginas.Ilustración de portada: Series Out My Window, de Gail Albert Halaban.