Sin duda Miyamoto Yuriko (pseudónimo de Chūjō Yuriko, 1899-1951) es una de las figuras literarias japonesas más interesantes y comprometidas de su época. Contemporánea de Takiji Kobayashi, Denji Kuroshima o Ryunosuke Akutagawa, entre otros, llama la atención su escaso reconocimiento fuera de las fronteras niponas, donde se la considera una de las principales autoras de la intelectualidad de izquierdas, altavoz de los más desfavorecidos y ariete de la lucha de la liberación de la mujer en Japón. A ella se le debe, por ejemplo, su comprometida visión del periodo de capitalismo imperialista y militarismo que emergió en su país durante los años 30. Una época que asentó la modernización del país y la consolidación de Japón como potencia económica y militar en el siglo XX y que, sin embargo, provocó enormes desigualdades sociales entre las clases menos favorecidas.
Nacida en el seno de una familia de clase media, Miyamoto Yuriko mostró desde muy joven su compromiso con la lucha por la igualdad social. Uno de los detonantes fue su viaje en 1927 a la Unión Soviética. En (por aquel entonces) aquel raro país socialista, Miyamoto observó que en ese contexto social las relaciones entre hombres y mujeres podían ser realmente igualitarias. A su vuelta a Japón, la escritora decidió afiliarse al Partido Comunista, cuya pertenencia le provocó no pocos problemas, sobre todo a raíz de las leyes de supresión de los movimientos de izquierda. Fue por éstas que gran parte de los trabajos de la autora fueron censurados y por las que Miyamoto Yuriko fue encarcelada en varias ocasiones: entre 1932 y 1942 pasó más de dos años de prisión por sus ideas políticas, y durante la Segunda Guerra Mundial tendría prohibido publicar su obra.
Miyamoto Yuriko es una de las principales autoras de la intelectualidad de izquierdas, altavoz de los más desfavorecidos y ariete de la lucha de la liberación de la mujer en Japón
Es inevitable que una figura como la de Miyamoto Yuriko plasmara su compromiso político y sus ideas en su propia obra. Prueba de ello es el volumen de relatos Una flor que publicó la editorial Satori el pasado 2017, en donde se encuentran tres de los textos más representativos de su estilo y ideología: «Una flor», «La planicie de Banshū» y «Hierba del viento».
El argumento de «Una flor» (Ippon no hana, 1927), está basado en la experiencia autobiográfica de la propia escritora: su relación durante ocho años con la escritora Yuasa Yoshiko. Un tema poco frecuente en la literatura japonesa que está tratado con pulso y delicadeza. El relato, escrito tras la experiencia en la Unión Soviética, muestra además unos personajes que participan con valentía en la disidencia comunista al tiempo que huyen de la persecución política.
«La planicie de Banshū» (Banshū heiya, 1946), relato con el que Miyamoto Yuriko obtuvo el Premio Cultural Mainichi, tiene como epicentro el anuncio por parte del emperador Hirohito de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, y describe la situación de desconcierto y humillación de la población nipona ante la primera gran derrota de su país, al mismo tiempo que pone en primer plano la carestía a la que se vio sometida la población y la destrucción de las ciudades.
Nuevamente, como en «Una flor», encontramos a una mujer protagonista, Hiroko, cuyo marido está encarcelado, que tiene una vocación de escritora que se ve frustrada por la censura. Hiroko observa la situación que le rodea y analiza con frialdad a las personas de su entorno. Pese al clima de pesimismo y la dureza de las circunstancias, el personaje de Miyamoto Yuriko se mantiene a flote gracias a su amor y compromiso con su marido.
Por su parte, «Hierba del viento» (Fūchisō, 1946) relata el renacimiento del movimiento de izquierdas enfocando el argumento en el reencuentro de una pareja que, tras doce años de separación, debe asumir los cambios que el tiempo y la distancia han supuesto para ellos.
Miyamoto Yuriko es una figura excepcional en su época y una escritora cuya obra muestra un compromiso personal y político que le sitúan al mismo nivel que otros grandes autores de su época como Takiji Kobayashi. La publicación de «Una flor» por parte de la editorial asturiana Satori, en el marco de un iniciativa de recordar los más de 1000 años de literatura femenina japonesa, es una manera de reconocer la influencia de la escritora y de revitalizar los catálogos editoriales (dominados por traducciones de escritores masculinos) con más mujeres. Es algo por lo que Miyamoto Yuriko habría luchado sin duda.
Miyamoto Yuriko, Una flor (traducción de Hiroko Hamada y Virginia Meza; prólogo de Virginia Meza), Gijón, Satori, 2017, 372 páginas.