Cinco historias y un hecho histórico común: la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias de la bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki. Cinco novelas breves conectadas por su arco argumental y por algunos de sus personaje. Un ciclo de cinco vidas narradas desde diferentes perspectivas en las que la escritora japonesa-canadiense Aki Shimazaki (1954) explora, con vocación intimista, los recuerdos y sentimientos de varios personajes atormentados por el pasado. El quinteto de Nagasaki es una particular pentalogía que engancha por su prosa fluida y por su planteamiento narrativo en el que los secretos construyen la intensidad argumental.
El quinteto de Nagasaki (Le Poids des secrets, 1999-2004; Lumen, 2018, compuesto por las novelas Tsubaki, Hamaguri, Tsubame, Wasurenagusa y Hotaru) fue publicado entre 1999 y 2004, y parte de la historia de Namiko, una mujer cuya madre, Yukiko, le lega al morir un oscuro secreto: en el día en el que cayó la bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki, asesinó a su padre. Una confesión que sacude los cimientos de la protagonista y que sirve como punto de partida en la construcción de varias historias interrelacionadas entre sí.
En este sentido, los personajes de El quinteto de Nagasaki son individuos perseguidos por los secretos de su pasado. A menudo pertenecen a clases o grupos desfavorecidos, que luchan para salir adelante con los escasos recursos disponibles a su alcance, un rasgo que permite a la escritora japonesa-canadiense establecer una cierta crítica de la sociedad de postguerra y al sistema de desigualdades y abusos que las clases más desfavorecidas tuvieron que sufrir. Coreanos perseguidos, mujeres violentadas, madres solteras sin apoyo del padre, huérfanos o gente humilde son algunos de los personajes que pueblan las novelas de Aki Shimazaki, seres que se erigen como ejemplos de dignidad y lucha.
Con su juego de perspectivas, El quinteto de Nagasaki está narrado con un estilo fluido y sencillo, sin artificios y experimentos técnicos. Shimazaki apuesta por una prosa depurada y en ocasiones convencional, con recursos ya conocidos que cumplen su función de manera efectiva. No son novelas que aspiren a dejar huella, pero sí de narraciones amenas y entretenidas que proponen un arco de historias donde domina lo melodramático y el desvelamiento de secretos.
Aki Shimazaki, El quinteto de Nagasaki (traducción de Alan Pauls), Barcelona, Limen, 2018, 442 páginas.