El escritor japonés Kyusaku Yumeno (pseudónimo de Sugiyama Taidō, 1889-1936) amaba lo extraño y lo perturbador. La realidad oscura de la que huimos pero que disfrutamos sobre el papel. Esas sombras que reflejan la parte inexplorada de los individuos. En definitiva, el género del misterio y lo bizarre como medio para dar salida a ese interés. Como sus historias, su vida fue extraña y cambiante, pasando por diversos oficios hasta que falleció de manera prematura a los 47 años a causa de una hemorragia cerebral.
La editorial asturiana Satori ha publicado recientemente para el lector en español una de sus obras más sugerentes, El infierno de las chicas (Shōjo jigoku, 1936), un volumen que reúne tres relatos inquietantes y extraños cuya traducción ha corrido a cargo de Daniel Aguilar, autor entre otros de Susurros de la otra orilla. Japón sobrenatural, un enorme tratado (no sólo por el tamaño del volumen) sobre el terror nipón publicado también Satori.
El infierno de las chicas: sobreviviendo en un mundo hostil
El infierno de las chicas es un libro que explora la psicología de una serie de personajes, en especial los femeninos, sometidos a miedos y contradicciones. El autor japonés crea unas historias de misterio y terror psicológico en los que las mujeres se presentan como seres inteligentes sometidas a los hombres y a la sociedad. Seres, cierto es, con problemas patológicos que desembocan en arrebatos de venganza y locura. Todas tienen una justificación que consigue que el lector empatice, se ponga de su parte y rechace al antagonista masculino, pero también intuya el fondo perturbado y doliente que subyace en su interior.
El primer relato de El infierno de las chicas, «No tiene importancia» («Nandemo nai»), se centra en la historia de Himegusa Yuriko, una extraña enfermera que, tras su suicidio, deja una carta para su último jefe, el doctor Usuketa, que dará pie a que éste relate a otro colega cómo esta joven murió sepultada por sus propias mentiras, con las que urdió un mundo irreal que todos los que la conocieron creyeron.
La segunda historia, «Asesinatos por relevos» («Satsujin riree») es una asfixiante narración epistolar en la que Tomonari Tomiko intenta convencer a una amiga de que no deje el campo para trabajar en la ciudad como «chica de autobús», ya que además de ser un duro trabajo, existe un conductor que seduce y asesina a jóvenes empleadas como revisoras consiguiendo que sus crímenes queden impunes.
Por último, “La mujer de Marte” (“Kasei no onna”), mezcla el estilo epistolar con las crónicas de sucesos periodísticas, una historia que nos relata la aparición de un cuerpo carbonizado en el barracón de una Escuela Prefectural Femenina de Bachillerato y el posterior seguimiento y solución al enigma de la «Miss Carbonizada».
Como hemos visto, uno de los aspectos que unen a estas tres historias comparten el uso de las cartas como vehículo narrativo. En el caso de «No tiene importancia» es un hombre el autor, condicionando la visión que del personaje femenino protagonista adquiere el lector. Las otras dos historias están contadas desde el punto de vista de las chicas protagonistas, que a través de las epístolas transmiten el mundo asfixiante y desencantado en el que se mueven. Una opción narrativa que le permite al autor plantear un terreno inestable en el que el lector no está del todo seguro de la verdad que subyace en la historia que se le cuenta, ya que los personajes tienden a la mentira, a la ocultación o incluso bordean la locura y la inestabilidad mental.
Además de la narración epistolar, otro de los elementos que comparten las tres narraciones que componen El infierno de las chicas es el análisis de los roles femeninos de la sociedad japonesa del momento y lo que tienen de enfermizo las relaciones entre hombres y mujeres. Al menos, entre las parejas que presenta Kyusaku Yumeno, en las que las mujeres son víctimas de la posición privilegiada del hombre dentro de la sociedad, de su egoísmo o de sus locuras. Así lo señala en el epílogo Daniel Aguilar cuando afirma que «…a pesar de lo muy anticuado que pueda parecer hoy día en alguno de sus pasajes si no se recuerda el momento y lugar en que fue escrito, el libro supone un ataque hacia la hipocresía consentida de los poderosos y una crítica hacia la débil situación de la mujer en aquel entonces, cuando su opinión y sentimientos no contaban nada en la sociedad.»
En este sentido, Yumeno expone de manera sutil el maltrato salarial, las míseras condiciones laborales, la tiranía de los cánones de la belleza o las obligaciones familiares a las que la sociedad somete a sus mujeres. Son las protagonistas de El infierno de las chicas mujeres fuertes que se enfrentan a estas situaciones con entereza, si bien en la mayoría de los casos sólo les queda el suicidio para recuperar su libertad. El propio autor pone este pensamiento en boca de la protagonista de «La mujer de Marte», que en una de las epístolas argumenta: «…ante el despotismo de los hombres de nuestra sociedad y las maldades que se le permiten solamente a ellos, me han entrado ganas de sorprender al mundo, mostrando mi rebelión de una manera expeditiva.»
El infierno de las chicas es un conjunto de relatos de género que consiguen trazar una narración entretenida y absorbente, un conjunto de historias que destilan una interesante manera de entender el género de misterio a través de un grupo de mujeres que, como las que retratara Osamu Dazi en Colegiala, alzan su voz acallada para demandar su lugar en la sociedad.
Referencias
Kyusaku Yumeno, El infierno de las chicas (traducción, epílogo y notas de Daniel Aguilar), Gijón, Satori, 2014, 231 páginas.
La imagen de la portada de El infierno de las chicas está tomada de la web de Satori. La imagen de Kyūsaku Yumeno se encuentra en Wikimedia Commons y su fuente es el Kamakura Museum of Literature archives.