El hombre sin talento - Yoshiharu Tsuge

‘El hombre sin talento’: manga de culto de Yoshiharu Tsuge

El cómic como como medio de examinar una realidad. Como vía de escape de una existencia sin rumbo. Así parece retratar la obra del mangaka nipón Yoshiharu Tsuge (1937) su relación con esta disciplina artística y con el devenir de su propia vida. De manera apática y desoladora. Pero, al mismo tiempo, fascinante.

De naturaleza escurridiza y casi misteriosa, Yoshiharu Tsuge es considerado como uno de los principales dibujantes del género de manga gekiga (manga underground dirigido a un público adulto) y su obra El hombre sin talento (Muno no hito, 1985) una de las más representativas de su producción. Apenas reeditada dentro de su país, fue traducida hace unos meses por primera vez al español por Yoko Ogihara y Fernando Cordobés para la edición de la editorial Gallo Nero. Casi cuatro de trabajo de su editora Donatella Iannuzzi para obtener la autorización a su publicación, tanto de la editorial japonesa como del autor, «obsesionado», según dicen, por la manera en que se va a llevar a cabo la traducción, producción y publicación de su obra en el extranjero.

El hombre sin talento es Suseko Sukegawa, un dibujante de manga sin éxito (trasunto del propio Yoshiharu Tsuge) que decide emprender estrafalarios negocios que fracasan como la venta de piedras o la de cámaras de fotos usadas. En esta búsqueda por hacerse con un medio de vida a toda costa, encontrará el desprecio de su mujer y las burlas de allegados. Con estos elementos el manga de Tsuge presenta una historia de apatía sin concesiones, una suerte de universo del «dejarse llevar» que conecta con otras obras como el Oblomov de Iván Goncharov o el Bartleby, el escribiente de Herman Merville.

El hombre sin talento

El contexto histórico de El hombre sin talento retrata un mundo tras la Segunda Guerra Mundial en el que el orden de las cosas había mutado, con una sociedad en pleno cambio, heridas sin cicatrizar y un clima de derrota y trauma en el que el consumismo «devoró» a muchos individuos. Como el protagonista de El hombre sin talento, el propio Yoshiharu Tsuge tuvo que enfrentarse, tras la derrota japonesa en la contienda, a un mundo en el que las cosas no eran fáciles. Montó un negocio de cámaras que fue un fracaso. Padeció varias neurosis e ingresó en psiquiáticos. Abandonó el manga en 1987, tras publicar su última obra, Despedida, detestando la industria en que la que se ha convertido el manga. Vive recluido en algún lugar de Japón y se desconoce cómo es su vida. En definitiva, una realidad, la suya, convulsa y desalentadora que tiene en El hombre sin talento un reflejo agridulce. Dice el autor que le es muy difícil ajustarse al mundo y que sólo intenta descubrir cómo existir de modo que pueda ser diferente sin sentirse inseguro por ello. No le faltan razones.

El hombre sin talento es uno de esos mangas que, como el Akira de Katsuhiro Otomo, ha alcanzado esa indefinible categoría denominada «obra de culto». Extraña, onírica, salpicada de humor y tremendamente pesimista, es una historia de obsesiones y fracasos, de seres empujados por un Capitalismo salvaje a «hacerse a sí mismos» para quedar, en el camino, heridos de muerte por la apatía o la desesperación. El hombre sin talento es, sin duda, una oportunidad magnífica para conocer a uno de los autores de manga más inclasificables y atractivos de Japón.

Ficha bibliográfica
Yoshiharu Tsuge, El hombre sin talento (traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés), Madrid, Gallo Nero, 2015, 232 páginas.

Las imágenes son (c) de Yoshiharu Tsuge.

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