Siete años después de su ruptura sentimental el ejecutivo Yoshioka y la geisha Komayo se encuentran en los pasillos del Teatro Imperial de Tokio. Sus vidas han cambiado: él es un hombre casado con una próspera y plácida existencia, mientras que ella ha tenido que volver a trabajar como geisha tras haber enviudado del hombre que la retiró del oficio. Estamos en 1912, y, esa misma noche, tras en encuentro, Yoshioka y Komayo reanudan su relación. Sin embargo, la geisha en realidad está enamorada de un célebre actor especializado en papeles femeninos, y lo que dará lugar a una relación amorosa triangular no exenta de sinsabores, celos y reproches.
Con esta historia sobre el desamor y el peso del pasado, el escritor Nagai Kafu (1879-1959) evoca uno de los universos más fascinantes y queridos por él, el de los distritos de placer del Tokio de principios de siglo XX en Geishas rivales (Udekurabe, 1917), una narración que retrata el mundo de las geishas con erotismo, a través de una historia de conflictos y pasiones humanas que se desliza a través de una escritura lírica y viva.
Nagai Kafu y la sociedad de las geishas
Nagai Kafu fue un escritor especial (un outsider que llamarían ahora) atraído en lo artístico y en lo personal por un mundo que poco a poco iba quedándose fuera del impulso modernizador y occidentalizante japonés de finales del siglo XIX y principios del XX. Se trataba de un mundo de artistas, geishas, prostitutas, poetas y «gente perdida» que Nagai Kafu conoció muy bien. Tanto que fue casi el único en el que se encontraba cómodo. En este sentido, el propio escritor indicaba: «En Tokio e incluso en Occidente, no he conocido prácticamente otra sociedad que la de las cortesanas«. Un mundo, en definitiva, que representaba todo lo tradicional y decadente que el empuje de las acciones del emperador Meiji quería apartar para introducir a Japón en el mundo moderno.
Geishas rivales es, así, uno de los ejemplos literarios de esa relación del autor con ese mundo tradicional y decadente: el del ocio nocturno tokiota. Pero quien busque en la novela un fresco sobre cómo era el universo de las geishas, lo encontrará sólo en parte. Es cierto que Nagai Kafu relata la tradicional relación entre una geisha y su danna casado, pero da un paso más y acerca su lupa hacia el interior de la protagonista, mostrando sus problemas diarios, sus dudas y contradicciones y esa rivalidad a la que se refiere el título de la novela entre otras compañeras de profesión. De este modo, el escritor se sirve de un argumento, de una historia, para ofrecer al lector un pedazo de ámbar en la que ha conseguido cristalizar una psicología femenina y, como telón de fondo, el ambiente y los personajes del mundo de los barrios de placer del Tokio de principios del siglo XX.
La novela de Nagai Kafu adquiere, de este modo, un tinte de verosimilitud y autenticidad que otras historias sobre geishas no tienen. Todo es creíble y el lector percibe que se enfrenta a un mundo real, en el que más que marionetas, desfilan seres humanos, con sus pasiones, sus dudas, su miedos y contradicciones.
Lo que muchos consideraron un tema menor (el mundo de las geishas), menoscabando la fama y la consideración artística del escritor japonés, se convierte en manos de Nagai Kafu en historias palpitantes de vida y realismo. El universo de Komayo y el de esas «geishas rivales» es evocador y fascinante,dando como resultado una de sus mejores novelas. Es una lástima que de la obra del escritor japonés sólo podamos disfrutar en nuestra lengua de esta historia y de Una extraña historia al este del río (Satori, 1912). Recomendable y necesaria.
Nagai Kafu, Geishas rivales (traducción de Akiko Imoto y Carlos Rubio), Barcelona, Alba, 2012, 299 páginas.
Imagen de portada: Mujer maquillándose, Kitagawa Utamaro. Musée Claude Monet, Giverny (c) Giraudon / The Bridgeman Art Library.