La nouvelle La bailarina (Maihime, 1890), del escritor japonés Mori Ōgai (1862-1922), es una de esas obras que resultan curiosas por lo que tienen de autobiográficas e «hijas de su tiempo». En ella se esboza una historia sencilla enraizada en la experiencia personal de su autor, una novela que desvela algunos planteamientos significativos pero, comparada con otras de sus obras, muestra sus costuras y modestia frente a otras ficciones más elaboradas y representativas como El intendente Sansho o La familia Abe y otros relatos históricos.
‘La bailarina’ es una obra que juega con los contrastes, con la mirada al otro y el extrañamiento que produce la pérdida de la ilusión.
Escrita durante la primera etapa literaria de Mori Ōgai, se trata de una pieza menor, si bien transmite la visión del choque cultural que el propio escritor experimentó durante su estancia en Alemania. Surgió de esta vivencia un relato raro, delicado y novedoso, en el que Mori Ōgai plantea el uso de la primera persona que expresa sus sentimientos, poco habitual en la época en la que la novela fue escrita, y un tipo de lenguaje más cercano al hablado. Una obra moderna que resulta familiar al lector occidental por su regusto a historia de amor decimonónica.
La editorial Impedimenta ha recuperado esta pequeña obra hace unos años, de cuya cuidada edición merece la pena destacar la introducción del traductor Fernando Cordobés, que permite conocer mejor al autor y situar la obra en su contexto.
‘La bailarina’: deber frente a pasión
La bailarina es una novela corta cuya historia gira en torno al deber y al honor en detrimento del amor y la pasión. El joven Toyotaro Ota, un brillante licenciado en derecho que, tras un tiempo desarrollando tareas gubernamentales, es invitado a ampliar sus estudios en Alemania para avanzar en su carrera política. En Berlín conocerá a una bailarina llamada Elise, de la que se enamorará embarcándose en una relación que no comprenderán sus amigos y superiores.
Contrastes y contrarios
Partiendo de las vivencias reales del propio Mori Ōgai, el narrador japonés plantea diversas dicotomías y la necesidad de elegir entre ellas, choques continuos de modos de ver el mundo y de enfrentarse a la realidad.
Las dicotomías más evidentes, las que confrontan la modernidad y la tradición, el deber y pasión, u Oriente y Occidente. Así, encontramos un contraste entre dos culturas extrañas que sin embargo se sienten atraídas mutuamente, y en donde el peso del honor y el deber marca a una de ellas, la japonesa.
Por otro lado, la tradicional dicotomía razón-pasión se expresa de una manera sencilla y delicada, pero siempre bajo la sombra del enfrentamiento entre individualismo y deber común. Ese contraste es fruto del impacto vivido por el escritor durante su estancia en Alemania, como el protagonista de La bailarina, y del proceso de modernización y reformas acometidas por el emperador Meiji a finales del signo XIX y principios del XX para sacar a Japón del aislamiento al que se había sometido durante siglos. En este sentido, La bailarina plantea en última instancia la necesidad de elegir entre el presente o el futuro, una disyuntiva que Japón también experimentó durante las reformas de la era Meiji.
La caducidad de amor
Otro de los aspectos que parece transmitir el narrador japonés en La bailarina es que el amor y las relaciones no son perennes, que pueden mutar y convertirse en un tipo de afecto distinto. En esto el pequeño relato de Mori Ōgai nos sumerje en el tiempo en el que fue concebido, donde la historia de la ilusión rota de la bailarina hermana a Elise con las heroínas trágicas europeas del XIX.
Como resultado de ese amor roto y de las ilusiones incumplidas surge en los personajes un punto de amargura y resignación, fruto de la elección final del protagonista quien reconoce: «…regresando a Japón, me siento una persona muy diferente de la que era cuando partí hacia el Oeste. No solo vuelvo insatisfecho del resultado de mis estudios, sino que también he aprendido lo triste y amarga que puede resultar la vida.»
La bailarina es una pequeña obra en la que la contención de la prosa de Mori Ōgai no puede disimular las emociones y pasiones que circulan entre sus personajes. Una obra que juega con los contrastes, con la mirada al otro y el extrañamiento que produce la pérdida de la ilusión.
Referencias
Mori Ōgai, La bailarina (traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés), Madrid, Impedimenta, 2011, 77 páginas.
La imagen de Mori Ogai está tomada de la web Portraits of Modern Japanese Historial Figures. La imagen de la portada de La bailarina es de la web de la editorial Impedimenta.