Hay familias peculiares y luego está la de Midori. Midori es un adolescente que vive con su madre soltera, Aiko, y su abuela, Masako. Lejos de lo que pudiera esperarse de una familia clásica japonesa, en la de Midori cada uno de sus miembros disfruta de una vida independiente y fuera de los roles tradicionales de su sociedad. Su madre, así, actúa como una mujer despreocupada y poco interesada en sus responsabilidades de madre, volcada en su trabajo y confiada en la madurez de su hijo. Masako, por su parte, se erige como la cabeza de la familia proveyendo de comida y sustento, mientras que Midori se comporta como un adulto en lugar de como un joven que entra en la pubertad. A su alrededor, giran otros miembros del clan como el padre biológico de Midori, Otori, el nuevo novio de Aiko, o los amigos del protagonista: Hanada, que vive con el deseo y obsesión de vestirse de mujer para encontrarse con su individualidad y el «desprecio de la sociedad», y Mizue, su novia, que busca en él una mayor proximidad física que Midori no puede ofrecerle.
La historia de Algo que brilla como el mar gira en torno a la idea del cambio, de la búsqueda del amor, la amistad y la identidad.
Con una trama argumental muy sencilla, casi en esqueleto, pero con el trabajo de personalidades habitual en su narrativa, la escritora japonesa Hiromi Kawakami (1958) ofrece en Algo que brilla como el mar (Hikatte mieru monno, are wa, 2003) un puñado de personajes en transición que buscan afrontar una etapa concreta de sus vidas, el paso de la adolescencia a la madurez, con sus miedos y contradicciones, y con la incertidumbre del que no sabe qué va a suceder.
La historia que nos propone Hiromi Kawakami gira en torno a la idea del cambio, de la búsqueda del amor, la amistad y la identidad. Nada nuevo bajo el sol, pero lo hace a través de la mirada de unos personajes, inverosímiles, cierto es, pero a los que el trazo con mimo sin llegar a esquematizarlos de Kawakami los convierte en algo especial. Algo que brilla como el mar no engancha al lector por los matices de su trama, pero en contrapartida ofrece fragmentos de vida de sus criaturas, con un tempo domesticado que navega por las aguas de la cotidianidad que retrata.
Algo que brilla como el mar es una de esas novelas amables que se disfrutan sin exigencia ni incertidumbre. Para amantes de la literatura de Hiromi Kawakami y para aquellos que deseen sumergirse en una de las corrientes de la narrativa nipona actual.
Hiromi Kawakami, Algo que brilla como el mar (Marina Bornas Montaña), Barcelona, Acantilado, 2010, 267 páginas.