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Suicidio y escritores japoneses

Japón lidera, tristemente, las estadísticas de los países industrializados con mayor número de suicidios (jisatsu suru). No es el país con la mayor tasa, como indican en la web Japonismo.com, pero es cierto que se encuentra entre los primeros.

Según datos publicados por la Agencia Nacional de Policía de Japón, el número de suicidios en el país fue de 25.427 en 2014. Se trata de datos elevados, que sin embargo son (por fortuna) menores que en años anteriores: en relación a 2013 los datos cayeron un 6,8 % en lo que supone el quinto año de descenso. Entre las razones que impulsan a los japoneses a acabar con sus vidas se encuentran los problemas de salud, las dificultades económicas, los problemas domésticos y los laborales.

Muchos de las grandes figuras de su literatura, especialmente las del siglo XX, tomaron también esta vía para dejar su vida, una situación que sorprende y que nos hace plantearnos la relación de los artistas con la muerte. Por ello, en Koratai hemos querido hacer un breve repaso por algunos de estos escritores.

Yukio Mishima (1925-1970)

Yukio Mishima

El 6 de julio de 1970, sólo unos meses antes de su suicidio, el escritor japonés Yukio Mishima (pseudónimo de Kimitake Hiraoka) escribió a su amigo y mentor Yasunari Kawabata una carta desilusionada en la que escribía: «Cada gota de tiempo que se me escurre me parece tan preciosa como un trago de buen vino, y ya he perdido casi todo interés por la dimensión espacial de las cosas.»

Por aquel entonces Yukio Mishima ya había meditado largamente la idea de su suicidio (se cree que lo hizo durante sus últimos cuatro años). Y lo hizo de una manera cruenta, mediante el ritual de seppuku. El 25 de noviembre de 1970 acudió al cuartel general de Tokio del Comando Oriental de las Fuerzas de Autodefensa de Japón junto a cuatro miembros de la Tatenokai (‘La Sociedad del Escudo’), una milicia privada formada por jóvenes estudiantes patriotas volcados en el estudio de artes marciales y disciplinas físicas. Allí se encerraron con barricadas, apresaron al comandante y animaron a los soldados a dar un golpe de estado para devolver al Emperador a su legítimo lugar. Después se suicidó mediante el ritual del seppuku, perteneciente al bushidō, el código ético de los samuráis, que consiste en clavarse un puñal en el vientre de izquierda a derecha para ser posteriormente decapitado por un asistente. La muerte de Yukio Mishima debió ser terrible. El compañero asignado para realizar la decapitación, Masakatsu Morita, no fue capaz de hacerlo tras varios intentos fallidos, siendo Hiroyasu Koka el encargardo de acabar con el trabajo.

En este interesante reportaje de TVE se detalla más información sobre la vida y muerte de Yukio Mishima.

Yasunari Kawabata (1899-1972)

Yasunari Kawabata

Sin dejar nota o explicación alguna, el 16 de abril de 1972 el escritor japonés y Premio Nobel de literatura en 1968 Yasunari Kawabata puso fin a su vida inhalando gas tras dejar las llaves abiertas del paso de gas de su casa.

Las razones de su muerte no están aún claras, ya que algunas personas, especialmente su viuda, manifestaron que pudo tratarse de un descuido y no de una acción intencionada. Sin embargo, otras voces apuntan a los momentos convulsos vividos por el escritor en los últimos momentos de su vida como detonantes de su decisión, como los problemas de salud (especialmente el descubrimiento de que padecía Parkinson) o el shock causado por la muerte de su amigo Yukio Mishima en 1970. Según su biográfo, Takeo Okuno, Yasunari Kawabata tenía pesadillas en las que se veía perseguido por el fantasma de Mishima.

Ryunosuke Akutagawa (1892-1927)

Ryunosuke Akutagawa

Ryunosuke Akutagawa fue un escritor perseguido por demonios y angustias vitales. En los últimos años de su corta vida (murió con 35 años), sufrió alucinaciones visuales y angustia, lo que pudo desencadenar la terrible decisión de suicidarse el 24 de julio de 1927.

Antes de morir dejó una nota de suicidio en la que explicaba, de manera racional y, paradójicamente, conmovedora, las razones de su decisión. Según indica en la nota, pasó los últimos dos años de su vida pensando en su muerte, y se decidió por los barbitúricos (veronal) por ser el método menos doloroso. El dolor fue, precisamente, aquello de lo que siempre quiso escapar: «El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza mas hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido mas que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.»

Osamu Dazai (1909-1948)

Osamu Dazai

Osamu Dazai, pseudónimo de Shūji Tsushima, fue un hombre marcado por sus conflictos interiores y desarraigo familiar, que, junto con su experiencia como miembro del movimiento marxista nipón, que le llevó a ser encarcelado y torturado por el régimen militar, lo marcaron profundamente en lo personal y en lo literario.

Dazai fue adicto a la morfina y al alcohol, y pasó tiempo ingresado en centros psiquiátricos. Una terrible vida que lo llevó a cometer cuatro intentos de suicidios (dos de ellos antes de cumplir los veinte años de edad). Finalmente, el 13 de junio de 1948 decidió suicidarse con su amante lanzándose a las aguas del canal del río Tama, en Tokio, consiguiendo en su cuarto intento su objetivo.

Arishima Takeo (1878-1923)

Arishima Takeo

Tras enviudar en 1916 de su mujer, con la que se casó apenas seis años antes, el escritor y ensayista Arishima Takeo se refugió en la editora del Fujin Koron (un famoso magazine femenino) Akiko Hatano, que estaba casada por aquel entonces. El descubrimiento de este affair provocó el suicido conjunto de Arishima Takeo y su amante, que se ahorcaron el 9 de junio de 1923. El lugar elegido no fue de fácil acceso, por lo que los uerpos tardaron en ser descubiertos tras casi un mes, siendo identificados por la nota de suicidio que dejaron.

Otras muertes de escritores, esta vez occidentales, en esta lista.

La imagen de portada es una ilustración de Katsushika Hokusai.

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