Yeonghye es una mujer casada que no tiene ningún rasgo especial a ojos de su marido. No es guapa ni fea, tonta ni inteligente. Es una mujer corriente. Sin embargo, el día que decide dejar de comer carne suscitará en su entorno más cercano (su marido, su familia) un desconcierto y reacciones tan viscerales e irracionales como la propia decisión de Yeonghye de dejar de alimentarse de carne. Éste es, contado de manera simplificada, el argumento principal de la novela La vegetariana, de la escritora coreana Han Kang (1970), un libro que llega de la mano de la joven editorial catalana editorial :Rata_ casi diez años más tarde de haber sido publicado en Corea del sur. Un libro turbador e incómodo que despierta tanto sensaciones de malestar como reflexiones acerca de la libertad individual o la presión social y familiar.
La vegetariana: la dolorosa metamorfosis de la condición violenta del ser humano
Masacrada (injustamente) por la crítica de su país cuando se publicó, La vegetariana es una novela singular de potente resonancia, emparentada de manera lejana con el Gregorio Samsa de La Metamorfosis de Kafka. En este caso, lo que su protagonista deja atrás no sólo es la condición humana, sino también la animal para poder llegar a ser planta. Yeonghye, atormentada por sangrientos sueños, siente la necesidad de dejar de comer carne para aspirar a una existencia similar a la de las plantas, alimentada sólo por sol y agua. Un planteamiento ambicioso que descoloca al lector y que la crítica coreana no supo valorar en su justa medida. El prestigioso premio Man Booker (que reconoce la mejor obra publicada en inglés del año) con el que la novela se hizo merecedora el pasado 2016 ha acallado no obstante muchas de esas bocas que no supieron ver la riqueza de la novela.
Por otra parte, La vegetariana es un libro que estremece por la violencia que retrata, una violencia colectiva e individual ejercida sobre el personaje de Yeonghye desde diferentes frentes. La metamorfosis, por llamarlo de alguna manera, que emprende la protagonista es, en realidad, una huida callada de la violencia masculina (la del marido, la del padre o la del cuñado), y una lucha que se debate entre el propio cuerpo de Yeonghye y la sociedad. Porque la protagonista es agredida y violada por distintas personas incapaces de entenderla, valorarla o respetarla. De ahí que emprenda su huida de esa violencia.

Voces que componen La vegetariana
La estructura de La Vegetariana es uno de los aciertos de la novela, ya que ayuda a que el elctor reciba varios puntos de vista sobre la protagonista, dejándola vía libre para empatizar o no con la condición del personaje de Yeonghye.
Así, la novela se divide en tres partes que muestran el proceso de metamorfosis de su protagonista, visto éste desde tres puntos de vista diversos: el de su marido, el de su cuñado y el de su hermana. Cada uno encarna una serie de características que ofrecen una mirada sobre Yeonghye sesgada, debiendo ser el lector quien extraiga sus propias conclusiones: el marido, así, ofrece una mirada de indiferencia y sumisión. El cuñado, por su parte, muestra a la protagonista como el objeto de deseo, mientras que la hermana, en última instancia, representaría una mirada más llena de amor y comprensión.
Sin embargo, como habrá advertido el lector, todas son miradas incompletas. La protagonista de La vegetariana no tiene voz propia a excepción de los momentos en los que se da cuenta de los sueños. Las pesadillas son el único vehículo que ofrece Han Kang a su protagonista para comunicar su voz, sepultada por el punto de vista de los narradores. Un recurso que logra impactar y hacer empatizar al lector.
La vegetariana es, en definitiva, una novela excelente que no deja indiferente a nadie: perturbadora, extraña, incómoda… todo un puñetazo en el estómago que el equipo de :Rata_ ha sabido olfatear con buen criterio editorial.
Han Kang, La vegetariana (traducción de Sunme Yoon y prólogo de Gabi Martínez), Barcelona, :Rata_, 2017, 203 páginas.