No hay bestia tan feroz - Edward Bunker

Criminales literarios: vidas cíclicas

Muchas vidas son cíclicas. Por ejemplo, las de algunos delincuentes. Y, sobre todo, las de los criminales literarios. Sus existencias se suceden siguiendo un movimiento circular en el que hay dos paradas intermitentes: la salida y la entrada a la cárcel. Como una corriente alterna, los individuos marcados por esta vida pasan del encierro a la libertad y del delito a la expiación. Una sucesión de polos opuestos. Algunos consiguen salir del mundo criminal. Otros nos. Estos últimos son los que están marcados por su destino o fatum, que controla la vida de aquellos que nacen y se moldean en entornos fuera de la ley. Así lo ven Edward Bunker (1933-2005) y Malcolm Braly (1925-1980), dos escritores norteamericanos con pasado criminal que, desde su experiencia en primera persona, recrean algunas de sus vivencias en sus magníficas novelas No hay bestia tan feroz (No Beast so Fierce, 1973) y En el patio (On the Yard, 1967), ambas publicadas en español por Sajalín Editores.

No hay bestia tan feroz y En el patio: puntos en común

Malcolm Braly, autor de En el patioNo es difícil caer en la cuenta de que No hay bestia tan feroz, de Edward Bunker, y En el patio, de Malcolm Braly, tienen muchos puntos en común. Que, más allá de sus historias centradas en el mundo de la cárcel y de los delincuentes, existen una serie de coincidencias y puntos de contacto que hacen de ambas novelas lecturas complementarias.

Una de las más evidentes características que comparten es sin duda el pasado delictivo de sus autores. Se trata de un dato secundario en lo literario, pero en otros niveles fundamental para entender estas dos obras y las motivaciones de sus autores.

Tanto Bunker como Braly pasaron gran parte de su vida entrando y saliendo de instituciones penitenciarias. De hecho, Braly escribió tres de sus novelas en la prisión de San Quintín (escenario de En el patio) y cumplió condena en la célebre Folsom donde el cantante Johnny Cash se atrevió a dar un concierto para los apartados de la sociedad. Bunker también estuvo saliendo y entrando de la cárcel durante años. Pero, más allá de este pasado compartido, destaca el que los dos encontraron en la literatura un modo de catarsis, la manera de abrazar la libertad y compartir su visión personal del ambiente delictivo. Y dando lugar a dos obras maestras del género negro.

Precisamente su género y temática son otros de los puntos en común que comparten las dos obras. Novelas negras ambientadas en el mundo criminal y de los bajos fondos (En el patio de Braly escora hacia la novela de ambiente penitenciario), tanto En el patio como No hay bestia tan feroz retratan la vida criminal, la de aquellos cuyas existencias la sociedad aparta de sí misma. Bunker y Braly reconstruyen de manera literaria el mundo de los hombres (sobre todo hombres, ya que nos encontramos antes novelas muy masculinas) que están al margen de la ley y lo hacen obligando a mirar a los ojos a los delincuentes, exponiendo su vida, sus contradicciones y, sobre todo, la violencia en la que se mueven, un entorno del que no se puede salir indemne fácilmente.

Edward Bunker, autor de no hay bestia tan ferozSu estilo, salvando las peculiaridades literarias de cada uno de los escritores, también se estructura en texturas parecidas. Ambos escritores comparten un gusto por el realismo extremo de sus descripciones y diálogos, sin ahorrar al lector situaciones desagradables. El retrato de la vida en prisión de En el patio y del mundo criminal en No hay bestia tan feroz es auténtico y el lector percibe que hay verdad en los personajes y en las tramas. Los dos bucean en el alma criminal de individuos que lo son porque las circunstancias del entorno los han abocado a ser así. Sin sentimentalismos ni intención de defender o redimir a sus criaturas. Bunker y Braly desnudan esa vida y la presentan a los lectores con un «señores, esto es lo que hay. La verdad desnuda«. Literatura directa y sin artificios. Braly tiende a la novela coral en la que se retratan los diversos tipos  de criminales (los sociópatas, los ocasionales, los reicindentes, los que simplemente quieren sobrevivir), mientras que Bunker se centra en un solo «antihéroe», el criminal que no conoce otra vida que la del robo y la droga, dotando a su personaje de un cierto carácter épico.

Circularidad y crimen en En el patio y No hay bestia tan feroz

Al margen de los puntos en común antes citados, si hay algo que une las dos obras es su metáfora de la circularidad de la vida de muchos individuos. En el patio y No hay bestia tan feroz pueden (y deben) leerse como parte de ese ciclo que dirige el destino del delincuente. Los propios autores lo experimentaron entrando y saliendo en varias ocasiones de su vida de la cárcel. Ambos son conscientes de este fatum y así lo transmiten en sus novelas y en sus personajes. De la cárcel a la libertad y de ésta al crimen y en consecuencia a la cárcel. Una novela lleva a otra y las dos son capaces de ofrecer dos puntos de vista reales y descarnados de la vida en ambos escenarios.

No hay bestia tan feroz ofrece el punto de vista del que ha cumplido condena y quiere redimirse en sus primeros días de libertad, sin conseguir tener éxito. Tras ocho años en prisión, su protagonista, Max Dembo, se plantea cambiar su pasado como ladrón e intenta hacer propósito de enmienda. Pero los obstáculos a los que se enfrenta tras su salida de prisión hacen que finalmente prefiera una vida de crimen donde, paradójicamente, encuentra más seguridad y libertad. La libertad que la sociedad le ofrece tras su salida a la cárcel es una libertad repleta de normas y límites, muchos más que los de otros ciudadanos. Además, Los Ángeles no quiere que supere su pasado ni quiere convertirse en escenario para una nueva vida. El presente que Max encuentra a su regreso tiene más de pasado que de esperanza de futuro y sus intentos por escapar a su destino son imposibles. No obstante, el personaje tiene la lucidez de aceptar su destino y abrazarlo con todas sus consecuencias. Acepta su autoengaño e inicia una huida hacia delante. «…siempre es preferible que te persigan a que te pillen. La muerte también es inevitable, pero la gente también intenta escabullirse de ella«.

En este sentido, en No hay bestia tan feroz el fatalismo está presente en muchos momentos y personajes de la novela. Sus criaturas saben que su naturaleza les arrastra hacia un destino del que no pueden escapar. No hay muchas opciones para un ex-presidiario. Por eso la rehabilitación de Max es casi imposible, como sucede en la película de Brian de Palma Atrapado por su pasado (Carlito’s Way, 1993) o Retorno al pasado (Out of the Past, 1947) de Jacques Tourner. El fatum del delincuente y presidiario es volver una y otra vez hacia el mismo punto: la cárcel y el delito. Para Braly y Bunker, cualquier intento de escapar es engañarse a sí mismo. Así se lo explica el personaje de Leroy a Max Dembo en No hay bestia tan feroz cuando éste le transmite su deseo de no volver a la cárcel y reformarse:

«Yo ya he pasado por todo eso que tienes ahora en la cabeza, pero un día dejé de luchar contra el destino. Y mi destino era ser un delincuente y pasar tres cuartas partes de mi vida en la cárcel. A lo mejor tu destino es diferente. Pero algún día, a lo mejor mañana, a lo mejor de aquí a veinte años, cuando tengas cincuenta, te darás cuenta de que, seas lo que seas, y hayas hecho lo que hayas hecho, las cosas no podrían haber sido diferentes.(1)

El mismo fatalismo impregna la novela de Malcolm Braly, ambientada dentro de la cárcel. En el patio se centra en el día a día de una prisión y en un puñado de criminales cuyas historias articulan la trama de la novela. Sociedad Rojo o Hielo Willy ocupan el puesto más alto en la pirámide delictiva de la cárcel, y el resto de compañeros de celda son delincuentes circunstanciales cuya vida «civil» no estaba condicionada por el mundo del crimen o criminales de la más diversa calaña. Así, los personajes de Juleson o Manning, instruidos y al margen del ambiente violento, no tienen nada que ver con sociópatas como Gasolino o Palo, aunque ninguno está libre de su condición de outsider.

La visión de Malcolm Braly es más pesimista que la que recoge No hay bestia tan feroz; su mirada hacia la cárcel es devastadora y lúcida. Para él y sus personajes la cárcel es un lugar de destrucción a todos los niveles, un «grasiento pozo negro» en el que hay «ácidos capaces de disolver la identidad«. El retrato de Braly es el de la sociedad penitenciaria, donde hay, al igual que en el exterior, clases, negocios y pasiones. La lucha por la supervivencia en un entorno hostil, al igual que en No hay bestia tan feroz, se plasma de manera descarnada y realista, exenta de moralina o sentimentalismos.

No hay bestia tan feroz y En el patio son, en definitiva, dos obras que recogen esa circularidad de la vida del criminal que entra y sale de las cárceles sin posibilidad de escapar a su fatum. Dos caras de la misma moneda que se novelizan de una forma tan atractiva que seducen en las primeras páginas. Novelas de necesaria lectura, duras y atemporales que forman parte de la extraordinaria colección «al margen» con la que Sajalín Editores nos acerca obras indispensables. No se las pierdan.

Bibliografía

BRALY, Malcolm: En el patio, Barcelona, Sajalín, 2012, 453 páginas.

BUNKER, Edward: No hay bestia tan feroz, Barcelona, Sajalín, 2009, 414 páginas.

(1) BUNKER, Edward: No hay bestia tan feroz, Barcelona, Sajalín, 2009, página 21

Las imágenes de Malcolm Braly y Edward Bunker son de la web de Sajalín Editores.

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