Yokai Monstruos y Fantasmas en Japón Andrés Peláez Riobó Chiyo Chida

‘Yokai, monstruos y fantasmas en Japón’, de Andrés Pérez Riobó y Chiyo Chida

Hay libros que, nada más verlos, sabes que te van a gustar. Tienen algo. Quizá la cubierta. O el tipo de papel. Tal vez esas ilustraciones que no te esperabas. O la promesa de entretener y satisfacer tu curiosidad. O todo al mismo tiempo. Yokai, monstruos y fantasmas en Japón es uno de ellos. Publicado por la editorial Satori, se trata de un libro que seduce al lector no sólo por su interesante aproximación a los yokai, unos seres sobrenaturales de la tradición popular japonesa, sino también por una cuidada edición repleta de sugerentes y divertidas ilustraciones.

No es esta la primera vez que la editorial gijonesa especializada en cultura nipona se acerca al mundo fantástico del país del sol naciente. El Japón fantasmal, de Lafcadio Hearn, o El mundo fantástico de la literatura japonesa, de Cora Requena Hidalgo, habían puesto a los lectores sobre la pista de algunas de las criaturas “del más allá” más importantes del folclore tradicional japonés. Satori completa ahora su catálogo con un volumen centrado exclusivamente en los yokai, unos dioses “caídos en desgracia” que han perdido su primacía y que, adoptando diversas formas de animales, de humanos  o incluso de objetos, aparecen en “este mundo” con intenciones buenas, malévolas o, simplemente, lúdicas.

La tipología de estos seres es amplia y va desde la personificación de animales (por ejemplo, el kitsune o zorro, o la nezumi o rata) y de humanos (la yamanba o vieja de la montaña, o la yukionna o mujer de nieve) hasta formas más fantásticas como el ushioni o buey-diablo, el nopperabō o cara plana, o el kappa. Algunos yokai son similares a otros seres de la cultura occidental como la sirena o la quimera, aunque con rasgos identificativos distintos. Otros tienen un componente humorístico como el perro mapache o tanuki, y algunos se caracterizan por su maldad o por sus poderes mágicos como el tengu o duende. Algunos, como el makuragaeshi o vuelcalmohadas, tan sólo quieren divertirse con sus travesuras.

Yokai

En este sentido, los yokai despiertan, de alguna manera, temor y, a la vez, ternura y simpatía. Más que monstruos y fantasmas como los entendemos en Occidente, son seres a medio camino entre su mundo y el nuestro, dotados de rasgos que les confieren de una extraña humanidad. Aparecen “donde los mundos en los que se divide la realidad se conectan, o sea, en lugares que hacen de límite entre la sociedad humana y la sociedad de los dioses”, fronteras o caminos en los que se materializan en espacios como puentes o encrucijadas, aunque también pueden instalarse en las casas o en los objetos de uso cotidiano que han llegado a cumplir cien años.

Yokai, monstruos y fantasmas en Japón no es ni un ensayo ni un diccionario de yokai. Se trata más bien de una amena aproximación a su mundo que el joven historiador Andrés Pérez Riobó divide en tres partes. La primera es una acertada y necesaria introducción en la que explica al lector su origen y significado, a la que le sigue el núcleo principal del libro, un inventario alfabético de 33 de los yokai más conocidos, divertidos o interesantes, y unos apéndices en los que se incluyen otras tipologías de yokai por regiones y un acercamiento a otras criaturas como los yūrei, los oni y los tsukumogami (yokai de objetos domésticos). Cierra el volumen un epílogo de la ilustradora japonesa Chiyo Chida, en el que contextualiza la presencia e importancia de los yokai en la vida cotidiana de los japoneses.

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Ficha bibliográfica
Andrés Pérez Roibós y Chiyo Chida, Yokai, monstruos y fantasmas en Japón (il. Chiyo Chida)Gijón, Satori, 2012, 208 páginas.

La imagen del yamawaro (niño de la montaña) la encontré en Outsider Japan. La imagen de portada es cortesía de Satori.

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