Durante mucho tiempo el género del cómic o novela gráfica estuvo relegado a la categoría de «entretenimiento» para niños y jóvenes. Era una afición un poco underground y, a los que pasaban la veintena y seguían manteniéndola, se los miraba como a «bichos raros». Es lo que pasa con las etiquetas, que simplifican mucho la vida a algunos.
En realidad, nadie se preocupó de acercarse a estos libros y percibir sus valores artísticos y literarios (que son en ocasiones más evidentes que los de muchos Premios Planeta), y sólo en los últimos veinte años se les ha comenzado a reconocer el estatus que merecen. Así, los que antes fueron «tebeos» para adolescentes, ahora son novelas gráficas de prestigio. Ya no pasa nada por sacar del bolsillo, por ejemplo, un tomo de manga y ponerse a leerlo en el metro. Por suerte, el cómic o la novela gráfica ya son tan respetados como cualquier otro género.
Vaya por delante que sólo conozco muy superficialmente este mundo, aunque he intentado acercarme a algunos de los títulos más reconocidos o populares (Maus. Relato de un superviviente de Art Speigelman, Persépolisde Marjane Satrapi From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell o Akira de Katsuhiro Otomo, entre otros). Ninguno me ha decepcionado. Con códigos narrativos distintos (imagen y texto), muchas de estas novelas gráficas son auténticas obras de arte.
Sin embargo, me es difícil entender la diferencia entre cómic y novela gráfica, aunque sospecho que es un tema controvertido que se zanja con explicaciones sobre el número de páginas, el formato o la intención narrativa. Yo me quedo precisamente con esta última idea: en la novela gráfica prima la narración y, por tanto, pertenece a un género de ficción situado al nivel de la novela, el relato o la poesía.
Hacía tiempo que no me acercaba a alguna de estas obras cuando mi hermano, un gran lector de manga, me prestó un precioso libro, Furari (2011), de Jiro Taniguchi. Taniguchi (Tottori, 1947) es un autor japonés enormemente respetado en su país por obras como Los años dulces, El olmo del Cáucaso, El almanaque de mi padre, La cumbre de los dioses o El canimante. Furari es su última obra hasta la fecha y ha sido editada en España por la editorial Ponent Mon.
Furari: caminar sin rumbo fijo
Furari es imagen y narración en estado puro. La historia nos cuenta la vida de Ino, un jubilado que pasa su tiempo caminando por la antigua ciudad de Edo (la actual Tokio antes de la restauración Meiji), midiendo con sus pasos las distancias de un punto a otro. El título concentra esa idea de caminar por caminar ya que furari es una expresión que significaría algo así como “sin rumbo fijo”. El protagonista está basado en la figura del primer japonés que realizó un mapa cartográfico de su país, Tadataka Ino (1745-1818). Su obsesión no es otra que realizar un mapa de la zona con pasos lo más precisos posibles, y en sus paseos se suceden reflexiones acerca del mundo y de la vida pero desde un punto sencillo y cercano, alejado de cualquier grandilocuencia.
Enmarcada en el lento transcurrir de las estaciones, la novela se compone de pequeñas anécdotas que jalonan el recorrido del protagonista en su tarea de medir las distancias. La historia de Furari pone el acento en la identificación con la naturaleza, que Taniguchi recrea con su trazo elegante y minucioso. La novela adopta el punto de vista de un hombre sensible y soñador que en su caminar observa la naturaleza y animales que lo rodean y es capaz de identificarse con ellos: un gato, una libélula, una tortuga, o un milano negro sobrevolando la imponente ciudad de Edo. Jiro Taniguchi también deja un espacio para homenajear creaciones culturales como la poesía o la astronomía, talentos humanos capaces de hacer mucho más rica y compleja la realidad que lo circunda.
Furari es una novela que se lee del tirón pero que transmite una sensación de sosiego y tranquilidad. Es un precioso homenaje a las cosas sencillas, a la observación, al encontrar un sentido y propósito para nuestra vida y discurrir por ella con calma pero con paso firme. Al final, la vida no es más de un caminar constante de un punto a otro.
Ficha bibliográfica
Taniguchi, Jiro, Furari (traducción de Víctor Illera Kanaya), Tarragona, Ponent Mon, 2012, 208 páginas.
Si te interesa el mundo de la novela gráfica hay muchos y muy buenos blogs, te propongo Entre cómics y Diario de lectura de cómics (escrito por un confeso admirador de Taniguchi) pero los aficionados a este género son legión. Es difícil escoger.
La imagen la he tomado de este blog.