Aguas dormidas, aguas estancadas, aguas limpias, aguas que fluyen, aguas oscuras… El filósofo y poeta francés Gaston Bachelard (1884-1962) ya apuntó en los años cuarenta en su obra de referencia El agua y los sueños (L’Eau et les rêves: essai sur l’imagination de la matière, 1942) la dimensión y potencia simbólica que el agua tiene en los textos poéticos y narrativos. Porque su presencia es capaz de evocar al lector distintas emociones y sugerencias, desde la melancolía hasta el miedo y el horror.
De esto se sirve precisamente el escritor japonés Koji Suzuki (1957) en muchos de sus relatos, en los que el agua se presenta como elemento vertebrador con resonancias que conectan con el mundo del terror psicológico y de lo desasosegante. Como apunta Gaston Bachelard en su texto, en el agua «materializamos nuestras ensoñaciones«, y Koji Suzuki se vale de esto para trasmitir una atmósfera inquietante e inestable que juega con la incertidumbre, los miedos y las dudas del lector.
En este sentido, Koji Suzuki es uno de los escritores de terror y ciencia ficción más célebres de Japón. A ello han contribuido algunas adaptaciones cinematográficas de sus relatos como The Ring (Ringu, 1998, llevada al cine por Hideo Nakata) o Dark Water (adaptada por el mismo director en 2002). Y, para disfrute de los amantes de la narrativa de terror nipón en español se acaba de publicar el volumen Dark Water (Honogurai mizu no sokara, 1996), de la mano de Satori Ediciones con traducción y notas de Rumi Satos, un excelente texto introductorio de Jesús Palacios y una desasosegante portada a cargo de Juan Hernanz.
Dark Water: horror líquido
Dark Water se compone de siete relatos más un octavo fragmentado en un prólogo y un epílogo que, según el autor, nacieron al inspirarse en los sonidos del mar que se colaban en su habitación y en el mapa de la transformación de la bahía de Tokio.
Publicados en diferentes revistas literarias, los relatos son muy diversos en cuanto a escenarios, personajes y temáticas, pero todos tienen en común el agua como elemento simbólico que nos transmite angustia y en ocasiones pánico. No es Suzuki un autor de efectismos o terror gratuito, sino que opera en la esfera de la sugerencia y la inquietud. En la mayoría de los casos podríamos situar su narrativa dentro del terror cotidiano, ya que de mundos aparentemente normales y apacibles surgen situaciones desasosegantes y terroríficas.
El primer relato, «Agua que se agita«, juega a introducir la sospecha y el miedo desde un punto de vista de una narradora en la que el lector no puede confiar al cien por cien. Una madre divorciada e insegura que va a vivir con su hija pequeña a un enorme bloque de viviendas semivacío se enfrenta al hallazgo de un objeto que pudo tener que ver con unos antiguos inquilinos cuya su hija pequeña desapareció sin dejar rastro y cuya explicación parece tener que ver con la azotea del edificio. Éste, como el resto de los relatos, nos muentra un mundo opresivo poblado por seres solitarios que se enfrentan a sus miedos e inseguridades con desigual resultado.
El segundo relato, «Isla solitaria«, gira en torno a la crueldad y nuevamente inocula una desasosegante sospecha, en una extraña historia en la que un narrador asiste a la desaparición de la amante de un amigo que, según dice, ha dejado abandonada en una isla artificial desierta de la bahía de Tokio.
Con «El agujero» Koji Suzuki inicia un conjunto de tres historias ambientadas en el océano, donde un pescador, que vive inmerso en una familia desestructurada, debe enfrentarse a la desaparición de su mujer hasta que, finalmente, consigue entender qué ha sucedido realmente con ella. Es «El agujero» un relato denso que transmite la angustia y en el que el lector experimenta casi la misma sensación de ahogo que su protagonista, muy en la línea del relato narrador por el espeleólogo de «El bosque en el fondo del mar«.
Tanto «Un crucero de ensueño» como «El barco a la deriva«, por su parte, conectan con los relatos tradiciones de embarcaciones en las que comienzan a suceder cosas extrañas y cuyos tripulantes experimentan una creciente sensación de terror cercana al paroxismo. Es el segundo, «El barco a la deriva» el que quizá tenga un componente más fantástico de todas las historias que componen Dark Water.
Por último, en «La acuarela» Koji Suzuki nos plantea un cambio de registro en uno de los relatos más interesantes del volumen. Un escenario teatral, una inundación inesperada de la sala y una narración llena de sorpresas nos sitúan ante una historia de enorme originalidad y posiblemente una de las más originales del libro.
Dark Water es, en definitiva, un volumen que nos conecta con un mundo de terrores nocturnos, de pánico y angustia que el hombre moderno intenta conjurar. Sin derramar ni una gota de sangre, Koji Suzuki plantea relatos de horror y muerte anclados en lo cotidiano y sobre todo en lo psicológico. Y por eso resultan mucho más inquitentantes.
Ficha bibliográfica
Koji Suzuki, Dark Water (traducción y notas de Rumi Sato; texto de Jesús Palacios), Gijón, Satori, 2015, 240 páginas.
La imagen de portada es diseño del ilustrador Juan Hernanz. Cortesía de Satori Ediciones.