La figura del escritor y ensayista japonés Teru Miyamoto (Kobe, 1947) es desconocida en este país de editoriales desveladas por encontrar el próximo best-seller. Y es que, a pesar de ser uno de los narradores más reconocidos de su país y de haber sido galardonado con premios de prestigio como el Akutagawa, el Yoshikawa Eiji o el Osamu Dazai, sólo la editorial barcelonesa Alfabia ha publicado dos de sus más de ochenta libros.
Teniendo en cuenta que han sido traducidos al español escritores con una calidad mucho más discutible que la de Miyamoto, sorprende lo tardía de su publicación en nuestro país. Para el periodista y escritor Gonzalo Robledo, la causa se encuentra en esa (innecesaria) necesidad de buscar lo raro en la literatura asiática: «El hecho de tener más seguidores dentro que fuera de Japón es atribuido por algunos críticos a que su obra carece de las rarezas con las que espanta el tedio de sus personajes Banana Yoshimoto o a que no se deja embelesar como Haruki Murakami por los iconos de la cultura popular americana.» Sea como fuere, podemos disfrutar al menos de una pequeña muestra de la producción de este narrador de escritura sobria y personajes carnales.
Precisamente la construcción de esos los personajes, definida por sus historias y sus emociones, es uno de los valores del escritor nipón junto a su capacidad de fabular historias: Teru Miyamoto es un ejemplo de escritor en cuya obra no importa tanto la manera de contar sino la historia en sí misma.
Gente de La calle de los sueños (Yumemidori no hitobito, 1989) es una novela que, frente al intimismo que destilaba la preciosa Kinshu. Tapiz de otoño (Kinshu, 1982), donde la acción giraba en torno a dos personajes, ofrece una narración coral que recoge varias historias de los moradores de un barrio comercial de las afueras de la ciudad de Osaka. Se trata de un conjunto de historias independientes en las que sus personajes aparecen y desaparecen teniendo como denominador común un espacio, el barrio comercial al que hace referencia el título. Un planteamiento que recuerda a una de las grandes colecciones de relatos en lengua española, Cuentos del Barrio del Refugio, del académico José María Merino, si bien en los relatos del narrador gallego el elemento fantástico, ausente en la novela de Miyamoto, tiene un protagonismo indiscutible en las historias.
Gente de La calle de los sueños se compone de diez capítulos protagonizados cada uno de ellos por unos personajes principales. En ellos se presentan momentos de las vidas de, entre otros, Haruta Satomi, un joven poeta de futuro incierto, la de los Tatsumi, unos hermanos carniceros de los que se rumorea que pertenecieron a la yakuza, la de la joven peluquera Mitsuko, que añora el sonido de las olas del mar de su pueblo, o la de la anciana Tomi Seki, que se ve desahuciada injustamente del estanco que ha regentado durante toda su vida.
Lo que une de alguna manera a todos estos personajes, aparte del espacio, es su soledad y su búsqueda por encontrar la felicidad a pesar de que las circunstancias externas suelan ser adversas. La mayoría de ellos son seres desvalidos perplejos ante los devenires del azar, aunque no faltan individuos mezquinos que funcionan como contrapunto a esa sensación de comunidad que La calle de los sueños transmite.
Gente de La calle de los sueños es una narración ligera en la que su autor disfruta con el mero acto de narrar historias. No hay nada pretencioso ni sensiblero en sus historias, ni tampoco complejas referencias culturales más allá de las que definen el carácter de las gentes de Osaka. Sin fuegos de artificio ni aspavientos narrativos, Teru Miyamoto construye un puñado de buenas historias de carácter universal que se entrelazan y superponen para dar entidad al carácter coral de su novela. Sencilla, hermosa, sin pretensiones.
Ficha bibliográfica
Teru Miyamoto, Gente de La Calle de los sueños (traducción Jesús Carlos Álvarez Crespo), Barcelona, Alfabia, 2013, 284 páginas.
La imagen de la portada es de la web de la editorial Alfabia.