Leer a Edna O’Brien (1930) no deja indemne. Sus novelas son complejas, evocadoras e intensas, y de sus historias uno queda marcado por un regusto amargo y nostálgico. Lo consigue igualmente en su fascinante última novela, Las sillitas rojas (The Little Red Chairs, 2015, publicada en español por Errata Naturae en 2016), donde incorpora a su universo de provincias irlandés los paisajes de la Europa del Este en una narración sobre los horrores de la guerra, las mentiras y la alienación.
Las sillitas rojas es una novela compleja y estructurada, rica en matices y sustratos. El punto de partida es la llegada de un misterioso forastero al pueblo irlandés de Cloonoila, un lugar tranquilo donde nunca pasa nada. Se trata del enigmático doctor Vladimir Dragan, un hombre de mediana edad, carismático y seductor, que se instala en el pueblo con un consultorio de medicina alternativa. Poco a poco va teniendo relación con los habitantes del pueblo, entre los que destaca Fidelma McBride, una mujer de mediana edad infelizmente casada, para la que conocer a Dragan supone un revulsivo para su monótona vida. Con esta premisa, Edna O’Brien traza una historia sobre «el otro», sobre los ecos del pasado, sobre la infelicidad y el vacío.
Uno de los recursos más efectivos de los que se vale la autora es el ir desvelando ante el lector los acontecimientos y verdadera identidad del doctor Vladimir Dragan al mismo tiempo que sus personajes lo van descubriendo, generando en ambos el mismo estupor y sorpresa. Aunque, desde el inicio de la novela, e incluso con el propio título, la escritora irlandesa ya da pistas: las sillitas rojas aluden al homenaje que se hizo en 2012, para conmemorar el 20° aniversario del comienzo del sitio de Sarajevo por parte de las fuerzas serbobosnias, en el que se dispusieron 11.541 sillas rojas en fila a lo largo de los 800 metros de la calle principal de Sarajevo. Cada silla vacía representaba a cada sarajevés muerto durante los 1.425 días de asedio, de las cuales 643 homenajeaban a los niños muertos por los francotiradores y la artillería pesada disparada desde las montañas de los alrededores.
Hay muchas capas en la novela de O’Brien. En la superficie, una mirada sobre la brutalidad y la violencia, pero, descendiendo, una variedad de temas que se entrelazan como un tejido compacto pese a su diversidad: la infelicidad en un matrimonio, la maternidad, las secuelas de la guerra, la maldad encarnada en una persona, el amor, el horror, la belleza y las contradicciones de Irlanda, el adulterio… Así, Las sillitas rojas es una amalgama de estimulantes planteamientos bien ensamblados y presentados en una novela que revela que la escritora irlandesa sigue teniendo, a sus casi 90 años, el mismo pulso literario y agudeza intelectual para construir una novela repleta de sugerencias y matices.
Edna O’Brien, Las sillitas rojas (traducción de Regina López Muñoz), Madrid, Errata Naturae, 350 páginas.