Traducciones prestadas

Traducciones prestadas

Acabo de leer que Kailas, el sello que hasta ahora ha editado en el mercado español la mayor parte de la obra de Mo Yan, el último Premio Nobel de Literatura, ha renovado su relación con el escritor chino hasta 2020 convirtiéndose así en su editor en exclusiva. El autor de Sorgo rojo ha preferido continuar con la editorial madrileña pese a que con toda seguridad grandes grupos habrán llamado a su puerta, lo cual es una buena noticia para aquellas editoriales de tamaño medio que apostaron por grandes autores cuando no eran tan conocidos y que ahora cosechan los frutos del impacto mediático de galardones como el Nobel.

Sin embargo, lo que me ha llamado la atención en el artículo es leer en las declaraciones del editor de Kailas, Ángel Fermollese, esta frase: «el nuevo contrato nos obliga a traducir directamente desde el chino, que sólo lo habíamos hecho una vez hasta ahora«. Entonces… ¿hasta ahora no se había traducido al Premio Nobel de 2012 desde sus textos originales? ¿Se han estado manejado textos en otros idiomas publicando así traducciones secundarias o prestadas?

Los lectores podemos entender la complejidad que entraña el hecho de editar un libro, las dificultades de los derechos de autor o la escasez de traductores de determinados idiomas. Pero no deja de sorprender a estas alturas, en las que el negocio editorial necesita ofrecer obras cuidadas en los más mínimos detalles para aportar un valor añadido a los lectores y compradores de libros, que muchas editoriales sigan utilizando  como «materia prima» traducciones de originales.

Traducir una traducción equivale a perder parte de los matices del original al haber pasado por el tamiz de un primer traductor, sobre cuyo trabajo ha de basarse un segundo. Por mucha experiencia que se tenga en el oficio, el original, de alguna manera, ya ha sido modificado, «traicionando» la obra doblemente. La labor de un traductor es compleja y sólo gracias a ellos y a la visión de muchos editores con excelente criterio los lectores podemos disfrutar de grandes obras en nuestra lengua materna. Pero traducir de una traducción empobrece el resultado y se aleja del texto original. Muchos lectores exigentes lo encontrarán, incluso, desconcertante.

Como decía Cervantes en boca del personaje del Cura durante el expurgo de la biblioteca de don Alonso Quijano en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha:

…el cristiano poeta Ludovico Ariosto; al cual, si aquí le hallo, y que habla en otra lengua que la suya, no le guardaré respeto alguno, pero si habla en su idioma, le pondré sobre mi cabeza.

—Pues yo le tengo en italiano —dijo el Barbero—; mas no le entiendo.

—Ni aun fuera bien que vos le entendiérades —respondió el Cura—; y aquí le perdonáramos al señor Capitán que no le hubiera traído a España, y hecho castellano, que le quitó mucho de su natural valor; y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamas llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento. (1)

Referencias

(1) Cervantes, Miguel de, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Barcelona, Espasa Calpe, 2004, capítulo VI, página 39.

La imagen es de la State Library of Victoria Collections y tiene licencia Creative Commons.

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