Uno, dos, tres, así, Norma, no pierdas el ritmo, es sencillo. Henry le marca el ritmo y ella mira hacia sus pies. Está agotada, pero aún así baila. Del contacto con Henry emana una corriente extraña. Ella intuye el fin, aunque estos momentos quizá merezcan la pena. Ya están en el fin.
Se siente mareada. Un buen trago no le vendría mal. Todos les miran. Se acaba la pausa. Henry se aleja y habla con alguien del equipo. Su guión servirá para relanzar su carrera. El foco sigue alumbrándola. Casi como su sufriera un tercer grado. El corazón todavía le late con fuerza tras el baile con Henry. Lo mira desde la distancia. Ambos están lejos uno del otro. Demasiado lejos.
Su mirada se posa en Eve, que sostiene una cámara. Eve la mira presintiendo el dolor. Pero se da la vuelta en su impúdica búsqueda de fotografías. Y ella vuelve a sentirse desnuda.
Marilyn Monroe y Arthur Miller bailando durante el rodaje de The Misfits, 1960, por Eve Arnold.