Al francés Alexandre Postel (1982) le gusta explorar historias con un regusto inquietante y kafkiano. Personajes al margen, tramas que descolocan e incomodan al lector y un tono entre irónico y frío son algunos de los rasgos que hacen reconocible su estilo. Ya desde su primera novela, Un hombre al margen (Un homme effacé, 2013, ganadora del Premio Goncourt de ese año), el escritor galo empezó a jugar con estos elementos: un hombre ordinario ve afectada su vida cotidiana por un acontecimiento inesperado e inexplicable que pone «patas arriba» su existencia. En el caso de Un hombre al margen, se trata de un anodino profesor universitario de filosofía que se ve envuelto en un turbio asunto de tenencia de pornografía infantil. En el de su segunda novela, La ascendencia (L’Ascendant, 2015, publicada en español, como su opera prima, por Nórdica Libros), un vendedor de teléfonos móviles recibe la noticia de la muerte de su padre y, al acudir a la casa de éste, se encuentra con un aterrador descubrimiento.
Algunas de las características de los personajes de Alexandre Postel son su indolencia y la ausencia de emociones ante hechos, como los mencionados antes, que a cualquier individuo le afectarían en el plano personal. Tanto el profesor protagonista de Un hombre al margen como en vendedor de móviles de La ascendencia no se inmutan especialmente ante el sinsentido que les está sucediendo, y ven pasar ante sus ojos los acontecimientos con pasividad a pesar de lo extraordinario de la situación. Ni un ápice de emoción: todo mantiene una turbadora lógica, aunque juegue en su contra. Un planteamiento desconcertante que conecta la obra del escritor francés con relatos como los de Franz Kafka o Albert Camus (en especial La peste), o incluso con el perturbador desarrollo de cuentos como «La Casa Tomada» de Julio Cortázar.
En este sentido, parece que el carácter de los personajes ante situaciones límite tiene mucho que ver. Así, los protagonistas de Postel comparten rasgos similares: solitarios, con pocos amigos, discretos. Hay poco de extraordinario en ellos o en sus vidas hasta que sucede algo que viene a trastocarlas. Los personajes van a la deriva, sin personalidad o capacidad de vivir en el mundo: sólo están.
La ascendencia, es, de este modo, una novela psicológica que puede recordar los estados enajenados de los protagonistas de algunos relatos de Edgard Allan Poe. En el caso de la segunda novela de Postel, el relato se inicia a instancias de un psiquiatra que pide al protagonista que reconstruya su historia y los hechos cruciales en ella, lo que confiere al relato un tono que debería ser confesional pero que, a pesar de la primera persona, es frío, implacable y en ocasiones irónico. Todo es extraño y rocambolesco, pero la habilidad de Alexandre Postel reside en la coherencia interna de sus personajes y en que, a pesar del desconcierto y el horror, encontremos cierta lógica interna en sus reacciones. Una línea de recuerdos en los que no sólo se construye el relato, sino también la relación entre el protagonista y su padre, marcada por la distancia y el desapego.
La ascendencia es, en definitiva, una novela perturbadora sobre seres que se enfrentan a condiciones extremas con la lógica de una realidad distorsionada y extraña. Narrada con pulso firme y un tono frío e irónico que transmite desconcierto y horror, se trata de una novela llena de suspense sobre temas como la muerte, la culpa o el destino.
Alexandre Postel, La ascendencia (traducción de Delfín G. Marcos), Madrid, Nórdica, 140 páginas.