Kobo Abe (Tokio, 1924-1993) es uno de los grandes autores de la literatura japonesa contemporánea, un escritor que, sin fuegos de artificio, fue capaz de crear historias inclasificables y con una carga de profundidad que las convierten en rarezas inquietantes y subersivas. Pero que nadie piense que se trata de un autor plomizo o aburrido. Todo lo contrario.
Las novelas de Kobo Abe se caracterizan por explorar temas como la identidad, la soledad o el miedo. Conocido por sus novelas La mujer de arena (1962), El rostro ajeno (1964), Idéntico al ser humano (1967) o el conjunto de relatos Los cuentos siniestros (1954-1964), Abe utiliza ambientes asfixiantes y desconcertantes para abordar la psicología del hombre contemporáneo, sometido en la mayoría de los casos a situaciones extremas.
Una de las obras más célebres del escritor tokiota es sin duda La mujer de arena (Suna no onna, 1962), novela que fue adaptada al cine en 1964, galardonada con el Premio especial del jurado en el Festival de Cannes de ese año y nominada al Premio Oscar como mejor película de habla no inglesa.
En La mujer de arena Kobo Abe narra la historia de un profesor aficionado a la entomología que un día de verano llega hasta un pueblo de pescadores de la costa japonesa en busca de algunos insectos para su colección particular. El paisaje es desértico, rodeado de dunas de arena y hoyos (casi tumbas) en los que los individuos deben cavar y apartar la arena todos los días, obligados por una comunidad que impone la esclavitud de ese trabajo. El profesor es así secuestrado por los habitantes del lugar, que le dejan junto a una extraña mujer que le obliga a excavar una y otra vez la arena que cada día se deposita en sus casas y que amenaza con sepultar el pueblo de pescadores.
En este sentido, La mujer de arena tiene un cierto anclaje con las historias kafkianas en las que un personaje tiene que enfrentarse a una situación extraña o absurda, situación de la que Abe se sirve para plantear el sinsentido de unas existencias que combaten un elemento como la arena, que inevitablemente saldrá victoriosa de la lucha que han decidido entablar con ella los habitantes del pueblo. Así, en la historia de Abe los hombres no son sino insectos que luchan contra un destino fijado de antemano.
Si algo carateriza a esta novela es la sensación de opresión y aislamiento. La mujer de arena es una novela hipnótica donde la arena lo invade todo. La narración tiene una cadencia lineal como el paso de la arena, avanzando inexorablemente a través de la angustia y el desconcierto del personaje protagonista. Abe sabe transmitir el horror y el tedio de una existencia abocada a la rutina de una acción sinsentido y repetitiva, pero también es capaz de construir una novela sensual y táctil, donde se puede apreciar incluso las texturas de la piel, la arena y la sequedad de la boca del protagonista. Abe es minucioso en la recreación de las imágenes sensoriales: el calor del sol, la suavidad de la piel desnuda de la mujer de arena, la sed, el cansancio, el miedo… Y, mientras, el tiempo pasa con la cadencia de un reloj de arena.
La mujer de arena es, en definitiva, una novela sugerente en forma y contenido, y su significación, como sucede con las buenas obras, queda abierta a la interpretación del lector. Kobo Abe juega en otra liga. De lectura obligatoria.
Ficha bibliográfica
Kobo Abe, La mujer de arena (traducción de Kazuya Sakai), Barcelona, Siruela, 2008, 212 páginas.
La imagen de arena es de Isaí Moreno. La imagen de Kobo Abe la tomé de fantaymundo.com. No os perdáis el artículo El mineralismo de Kobo Abe en la revista Cultvana.