‘La ocupación’, de Annie Ernaux. Celos y destrucción

Annie Ernaux (1940) es una de esas escritoras que en realidad no escriben. Acuchillan con sus novelas. Novelas que nacen desde la experiencia y verdad más absolutas, las de la propia autora, quien ha hecho de su trayectoria literaria una manera de conocerse y exorcizar sus demonios personales, ofreciéndose abierta y descarnada no para ser juzgada o vivir una experiencia catártica, sino para presentar su verdad, la de su vida y, por tanto, su verdad como individuo.

El inicio de su libro La ocupación (L’occupation, 2002), es una declaración de principios de esta manera de afrontar la escritura: «Siempre quise escribir como si no fuera a estar cuando publicaran lo escrito. Escribir como si fuera a morirme y ya no hubiera jueces. Aunque es posible que sea una ilusión creer que el advenimiento de la verdad depende de la muerte.» Así se presenta la escritora francesa. Pero, cuidado, no es su voluntad, como decíamos al principio, plantear una catarsis. «He modificado las iniciales de los protagonistas, pero he querido ir hasta el fondo de los celos que me ocuparon durante meses. Tampoco es una catarsis sino un deseo de análisis, de elucidar un estado que es a la vez muy rico y muy doloroso«. Annie Ernaux señaló en una entrevista que ese análisis dio lugar al entendimiento de un estado en el que literalmente se sintió ocupada por la imagen de otra mujer.

Así, en este volumen, Annie Ernaux examina una terrible etapa de celos que sufrió tras abandonar a un amante que decidió reanudar su vida con otra mujer. Los celos, al igual que la experiencia de un aborto en su etapa universitaria narrada en El acontecimiento (L’événement, 2000), son la excusa para iniciar un (doloroso) análisis de sí misma, análisis que plasma en la escritura para dejar correr el torrente contenido y no estancarlo en su subconsciente.

La ocupación está narrada, como la mayoría de la obra de la escritora gala, de manera descarnada y directa. No ahorra Ernaux al lector ningún detalle por duro o escabroso que sea. Su intención es plantear una mirada directa, sin artificios, sobre una circunstancia para llegar a la verdad (o, al menos, su verdad), y para ello su estilo frío y cortante («escrito a cuchillo», que dicen algunos), es la herramienta más eficaz. Desde luego, desde el punto de vista del lector, la obra de Annie Ernaux es un impacto emocional pese a la apariencia glacial de sus escritos. Porque, como ha señalado la autora, «Me interesa la escritura para hacer visibles las cosas, no para embellecerlas. Y me interesa también mantener cierta distancia, sin imponer una visión sentimental, sin juzgar. Como se decía en el propio libro, nada de poesía del recuerdo. Pensé: evocaré los hechos tal cual. Después de mucho esfuerzo, de escribir mucho y de tachar mucho di con esa forma llana, natural«.

En este sentido, esta novela breve se desnuda emocionalmente una etapa de Annie Ernaux y ofrece una pieza tan intensa como los celos que pretende diseccionar. Intensa por lo vívido de las emociones que retrata sin caer por ello en el histrionismo, tal y como remarca en la novela: «Por primera vez me daba cuenta con claridad de la cualidad material de los sentimientos y emociones, cuya consistencia notaba físicamente, como también de la independencia y la completa libertad de que gozaban en lo relacionado con mi conciencia.»

Lo que hace interesante esta pieza de Ernaux es que, en ese proceso de análisis, trasciende lo individual para tratar de mirar hacia lo colectivo, hacia las experiencias que todos podamos haber sentido alguna vez. Lo dice la propia autora en el libro: «Lo que hay en estas páginas no son ya mi deseo ni mis celos; son deseo y celos en general; y es lo invisible lo que moldeo.» Que no es poco mérito.

Ficha bibliográfica
Annie Ernaux, La ocupación (traducción de María Teresa Gallego Urrutia), Madrid, Herce, 2008, 90 páginas.

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