Más Anaïs y menos Grey

A veces tengo tentaciones perversas y no puedo evitar echar un vistazo a la lista semanal de libros de ficción más vendidos. Sin anestesia. Mira que me lo tengo prohibido, y no hay manera. Pero es que de vez en cuando es bueno conectarse con la realidad del mercado editorial, igual que es necesario prestar atención periódica a esa emisora de radio que nos enerva, a la cadena de televisión enemiga o a ese diario rancio o progre —según sean las fobias de cada uno— que sólo leemos en momentos críticos.

Volvamos a las listas de más vendidos. Desde mediados de 2012 no hago más que ver el mismo título. Ya saben cuál, ¿no? Ése que trata de lo que han llamado «porno para mamás» y cuya autora ha colocado ella solita dos millones de ejemplares en los hogares de las lectoras españolas.

Confieso que he leído. Y no voy a comentar lo que me ha parecido ese libro porque en este blog sólo hablo de cosas que me han gustado. Pero… ¿por qué, a pesar de las críticas negativas y de su casposa y cansina campaña de márketing, siguen interesando E.L. James y sus Cincuenta sombras de Grey, y demás sucedáneos? Si lo que busca la gente es entretenerse y ponerle un poco de sexo a sus lecturas, ¿por qué elegir un escritor y una obra mediocres?

Salto de línea.

Anaïs Nin

Anaïs Nin.

Así, a secas. No descubro América. Literatura erótica de verdad y bien escrita. Delta de Venus, por poner sólo un ejemplo. Porque, en estos temas, mejor dejar en chopped en la nevera y empezar por el jamón del bueno. La escritora norteamericana de origen francés es su mujer. Los relatos que componen Delta de Venus fueron escritos en los años 40 a petición de un coleccionista y erotómano francés que estaba harto de tanta delicadeza y pedía más primeros planos. Repito. Escritos en los años 40 y sin pretensiones líricas. Directos al grano. Anaïs Nin, que de esto sabía mucho (tan fascinante como su obra es su propia vida), le entregó unos relatos que dejan la obra de la escritora británica de las sombras a la altura del betún. Tampoco se necesita mucho para hacerlo. Erotismo. En todas sus manifestaciones. Pero bien escrito. Exaltación de la carne como exaltación de la libertad. Lo dicho. Más Anaïs y menos Grey.

Y, si se atreven, los Diarios que escribió desde 1931 hasta 1974 no tienen desperdicio.

Un post frivolón, lo sé, pero es que ya tenía ganas.

Referencia

La imagen de Anaïs Nin fue tomada por Irving Penn en Nueva York en 1971.

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