Evasión

Evasion

Reflexiona Gustavo Martín Garzo a propósito de las historias de ficción en su columna «Los países imaginados», publicada hoy en El País, que «el mundo se ha vuelto tan doloroso y sus problemas tan acuciantes que nos parece que esas historias, por muy bellas que puedan parecer, poco o nada tienen que decirnos. Tenemos hambre de realidad porque todo se ha vuelto extraño e irreal. Por eso pedimos a los libros que nos hablen del mundo en que vivimos y nos ayuden a entenderlo.»

La realidad que nos rodea está enferma, se va pudriendo poco a poco gracias a una gangrena que nadie tiene valor de amputar. Quien dice «gangrena» dice crisis, corrupción política, capitalismo descarnado o cualquiera de las injusticias políticas, económicas y sociales que leemos diariamente en los periódicos. Los ciudadanos no están por la labor de leer o comprar libros y, aún así, pese a las voces apocalípticas de algunos o a los datos objetivos en las cifras de ventas que tanto inquietan al sector editorial, seguimos necesitando de los libros para soportar una realidad que se cae a pedazos. Y no sólo de aquéllos que nos ayuden a entender la realidad.

De acuerdo, bajan las cifras de ventas pero eso no significa que se esté dejando de leer. Se lee por otros medios, legales o no. A algunos el hastío, los problemas o una situación desesperada hacen que les importen poco los libros. Es normal. Pero cuanto más sucia es la realidad, más necesitamos escapar de ella a través de la ficción. Del tipo que sea. Hace un tiempo llegó la moda de la novela histórica, después llegaron los zombis y ahora tenemos los sucedáneos de literatura erótica. A muchos les funcionan los clásicos. Lo que sea por escapar. No cambia la realidad, pero la hace más soportable.

La imagen es de la State Library of Victoria y tiene licencia Creative Commons.

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